Cuando se aborda un proyecto cinematográfico que tiene como base unos acontecimientos históricos lo mínimo que debe ofrecerse al espectador es un producto creíble. Los Borgia, la última superproducción española llegada a nuestras carteleras, hace todo lo contrario. Es un conjunto de despropósitos que hacen sonrojar no sólo a cualquier aficionado a la historia sino, simplemente, a la verdad.

 

Mal dirigida y pésimamente interpretada, lo peor, no obstante, lo encontramos en el inadecuado casting y en la nefasta descripción de los personajes. Los Borgia fueron crueles, tiránicos, despiadados pero, desde luego, no ofrecían la imagen patética que muestran en la película. No sé ustedes pero yo, al temible Papa Alejandro VI me lo imagino como una presencia imponente, casi terrorífica, pero no amanerado y débil cómo lo encarna el actor Lluis Homar. La verdadera Lucrecia Borgia pudo ser una mujer intrigante o, simplemente, un instrumento utilizado por su poderosa familia, pero jamás la tontina a la que da vida Maria Valverde. Por último, César Borgia es recordado en cualquier manual de historia como un personaje oscuro y malvado pero astuto e inteligente, jamás como el guerrero descerebrado al que pone la piel Sergio Peris-Mencheta (un intérprete al que hay que colocar en las películas para las que da la talla por su físico : en las de acción)

 

Por lo tanto, la adaptación cinematográfica de Antonio Hernández (que se ha reservado un papel lucido en la trama: el del cardenal Orsini) resulta una caricatura de lo que fueron Los Borgia. Se ha quedado en los aspectos morbosos (ya saben, en el cine español si no hay sexo no hay trama) y se ha olvidado de hacer los deberes: narrar, con cierta verosimilitud, uno de los Papados más olvidables de la historia de la Iglesia católica. Algo que sin duda buscaban los promotores de este film.

 

Los Borgia se estrenó el pasado 6 de octubre

 

Para: Los que quieran comprobar todo tipo de entuertos históricos en la descripción de personajes