Amnistía Internacional sigue con su campaña publicitaria con un claro mensaje: proteger a los niños de su reclutamiento forzoso por los diversos ejércitos y guerrillas.
Secuestran a los niños y los ponen en primera fila. Y si muere, irán a otra escuela a buscar a otro. Y después a otro y otro, hasta que no queden niños. Según la Organización Internacional del Trabajo de los 218 millones de niños, víctimas del trabajo infantil, 180 millones viven esclavizados.
En Bolivia unos 13.000 chiquillos ejercen como mineros. Caminan abatidos sin quitarse el casco, arrastrando los chanclos y en silencio. En una cantera a 4.300 metros de altura, en una choza de adobe, vive con su estirpe. Abigail Canaviri, se pone el casco, la linterna frontal y se calza las botas. Esta chiquilla de 14 años aguarda a que asomen los mineros para comenzar a sudar la gota gorda toda la noche. Accede por una entrada estrecha. Da pasos chicos, siempre pisoteando las vías de las carretillas para no abatirse en el lodo rojizo. No las tiene todas consigo de que algún minero ebrio la deshonre violándola.
Los chavales más chicos suben por galerías muy estrechas. Lo hacen apuntalándose en los antebrazos tirando de la barrena con la mano, aproximándose hacia una oquedad abrasadora. La temperatura supera los 60 grados.
Abigail empieza a las ocho de la noche y no acaba a las 8 de la mañana. Por esa fajina de 12 horas le abonan dos euros, cuatro veces menos de lo que recibe un adulto por el mismo trabajo.
El Centro de Promoción Minera aspira arrebatar del subsuelo a los chiquillos. Los acoge en sus centros junto a la mina, donde los niños esclavos tienen un desayuno, una comida, un chapuzón de agua caliente y un ambiente cordial. Le quedan cuatro cursos para acabar la enseñanza media. Anhela con estudiar Medicina para darles medicinas a los niños pobres y curarlos gratis.
En la Declaración de los Derechos del Niño se declara que el niño gozará de una protección especial y dispondrá de oportunidades y servicios, dispensado todo ello por la ley y por otros medios, para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente de forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad. (Fuente: Ander Izagirre).
Clemente Ferrer
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