El montaje de Jaume Roures y José Miguel Contreras también está en quiebra técnica, como PRISA, y también ha acudido a Telefónica para colocar los derechos de retrasmisión que ha ido comprando... y con los que ha puesto a los Polanco contra las cuerdas. Además, las relaciones entre los migueles madrileños y el catalán Roures se tensan porque el endeudamiento ya es pavoroso y la audiencia de La Sexta está bajo mínimos. De Público, mejor no hablar
La Sexta es un regalo que el presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, otorgó en 2005 a los migueles, es decir, a su asesor de imagen, José Miguel Contreras y a su secretario de Estado saliente, Miguel Barroso -hoy esposo de la ministra de Defensa, Carme Chacón- así como al socialismo catalán, en la persona de Jaume Roures, ligado la PSC, aunque es conocido como el último comunista, dado que así se identifica a sí mismo.
A partir de ahí, Roures comienza comprar todo lo compatible: derechos de retransmisión de fútbol, de Fórmula 1, etc. Compra a plazos, con una señal, pero si a eso se le suman las inversiones en La Sexta (la mayor parte pagadas por Televisa, que se ha negado a poner más dinero) así como el lanzamiento de Público, un desastre financiero de primer orden (De Roures, que aquí no intervienen los migueles). Resulta que nos encontramos con los primeros vencimientos de enjundia. Para ser exactos, en marzo vencen algo más de 2.000 millones de euros (2.015, para ser exactos).
¿Cuál es el problema de Roures y los migueles? Pues colocar todos los derechos adquiridos con largueza. No en La Sexta, claro está, que su fracaso total es de audiencia, sino en otros puntos. Por ejemplo, en la TV digital de pago, otra vergüenza que el Ejecutivo Zapatero acabará aprobando para solaz de sus amigos, contraviniendo todo el espíritu de la digitalización televisiva y reduciendo el pluralismo. Pero eso, ¿a quién le importa?
Y luego, claro está, a dónde acuden todos los propagandistas de ZP: a Telefónica. PRISA quiere colocarle Digital y Roures pretende que Imagenio, la TV por Internet, adquiera sus productos, que de algún modo deberían rentabilizar tan cuantiosas inversiones. Tanto PRISA como Mediapro son negocios realizados al abrigo del poder, pero no hay que abusar, porque en tiempos de crisis los bancos exigen cobrar los créditos y los proveedores en cobrar lo firmado.
Por si fueran pocos los problemas financieros, en La Sexta-Mediapro ha estallado la Guerra Civil. Los migueles quieren hacer de La Sexta una TV de influencia, parte del aparato de propaganda gubernamental, pero su escasísima influencia les ha hecho fracasar en el intento. Y están enfadados con Roures, que no le preocupa influir sin ganar dinero (seguramente por eso es comunista) y, en cualquier caso, le preocupa más las necesidades del presidente de la Generalitat, José Montilla, que las de Rodríguez Zapatero.
Y eso tampoco gusta a los migueles, que saben muy bien a quién le deben sus cargos: (Barroso, el de la Casa de América, un buen observatorio para conspirar).