Conocida es la militancia protestante de César Vidal y, por ende, resulta de todo punto coherente que no crea en ninguno de los dogmas de la Iglesia Católica, especialmente todos los referidos a la Virgen María. El hecho de que un militante protestante sea uno de los comunicadores más destacados de la cadena confesional católica COPE puede ser considerado incluso como una muestra de ecumenismo y un avance sustancial de la jerarquía católica en el terreno de la tolerancia. Máxime cuando los más conspicuos comunicadores de la cadena confesional católica hacen ostentación pública de su falta de fe, de su agnosticismo o de su ateísmo. En ese sentido, la COPE cuyo principal accionista es la Conferencia Episcopal, es decir el conjunto de los episcopados- puede considerarse un caleidoscopio de la sociedad moderna y su relativismo.
Mas quizás convenga que los oyentes de César Vidal, que se nutren en buena medida entre los católicos, sepan la consideración que de ellos tiene su comunicador de referencia, como paganos e idólatras, porque, según César Vidal, se trata de rendir culto al único ser que es digno de ello o de hacerlo con una fuerza espiritual en su actuación y forma Cibeles, Hera o Artemisa, pues lo que está en juego en tal decisión es la salvación o la perdición eternas. Así, que el culto a la Virgen María para el comunicador de la cadena confesional católica- es ni más ni menos que una señal de condenación.
El mito de María escrito por César Vidal es un libro agresivo y, en buena medida, sectario, presentado, de manera petulante, rodeado de ínfulas cientificistas. Según César Vidal, ha seguido un criterio rigurosamente científico para una obra de investigación fundamentalmente histórica. Pero la historia no es una ciencia en el sentido que se concede a la física. Admite diferentes interpretaciones y no es menor la influencia que produce en su estudio el mismo punto de vista del investigador, de ahí que el propio César Vidal puntualice que muchas personas encontrarán lo escrito en las páginas de su libro va más allá de lo histórico y se adentra en terrenos de personalísima decisión espiritual.
El culto a María, una oscura mentira, según César Vidal
En cualquier caso, para César Vidal el culto a María no pasa de ser una oscura mentira transmitida a lo largo de los siglos, un mito que consiste en absorber con enorme facilidad mitos procedentes del paganismo, incluida la madre de María que se llamaría Ana por una diosa pagana, Anna Perena, hermana de Dido la fenicia.
Una de las mayores contradicciones del protestantismo es pretender haber redescubierto la verdad cristiana en el siglo XVI y considerar, por ejemplo, a las iglesias orientales, en contacto con la primera Cristiandad, como infectadas de paganismo o establecer un cristianismo primigenio que dura los tres primeros siglos, hasta la corrupción de Constantino, y que se recupera trece siglos después. Como destacaron Erasmo de Rotterdam o Santo Tomás Moro, tal pretensión era más la ruptura con el cristianismo que su reforma.
El error de partida de César Vidal es considerar la mariología como una línea teológica distinta y aún enfrentada con la cristología, cuando la devoción católica a María es debida a su consideración de Madre de Dios, una invocación temprana, relacionada con los debates teológicos sobre la naturaleza divina de Jesús. Aunque para César Vidal todo se reduce a que en Efeso, donde fue el Concilio, se había adorado antes a Artemisa.
Tampoco entiendo muy bien las consideraciones que, en ocasiones, hace César Vidal respecto a que tal o cual afirmación sobre la Virgen María tuvo su origen en un hereje, porque desconozco en relación con qué establece esa definición. Se es hereje respecto a una ortodoxia. Doctrinas marianas tan importantes como las de su virginidad perpetua o su asunción a los cielos surgieron en círculos heréticos del cristianismo primitivo y se expandieron a través de medios deshonestos como la atribución de falsas identidades o la utilización de obras atribuidas falsamente a Padres de la Iglesia de la talla de Agustín. Desconozco, la verdad, qué sentido tiene hablar, en términos protestantes, de círculos heréticos o de Padres de la Iglesia.
César Vidal no se ha leído el Apocalipsis
Para César Vidal, casi como si fuera un precedente de Dan Brown o de la New Age, la Virgen María es una recreación de todas las diosas madre, como Isis, Deméter o Cibeles. No deja de ser preocupante escribe César Vidal- que las características más relevantes de las diferentes diosas-madres hayan sido vinculadas a María en el seno de las Iglesias católica y orientales.
La verdad es que la doctrina católica nunca ha situado a María como nada parecido a una diosa. Para sostener su aserto, César Vidal recurre a cuestiones insustanciales e incluso chocantes, como el hecho de que en todos y cada uno de los casos, las diosas-madres eran adoradas a través de su plasmación visual en esculturas o pinturas, de donde sea la virgen negra de Monserrat (la llamada popularmente moreneta), patrona de la región de Cataluña en España, la virgen de Guadalupe en México, o la virgen de Czestochowa en Polonia, por sólo citar algunos ejemplos, en cada caso la identificación de la María específica viene de la mano de una representación física, pintada o esculpida, concreta.
Dice César Vidal que es frecuente representar a la Virgen María, desde la Baja Edad Media, con el sol y unos cuernos (que se interpretan relacionados con la luna) situados a sus pies o sobre su cabeza, de modo que según el punto de vista de César Vidal es muy posible que nos hallemos simplemente ante una transferencia de algunos de los elementos representativos de Isis (por lo de la vaca con el disco solar) a la figura de María. En cualquier caso, es mucho más posible si se me permite la ironía- que tal imaginería esté mucho más relacionada con el Apocalipsis que con la vaca de Isis. Reseña el Apocalipsis que apareció después en el cielo una gran señal: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Este texto ha sido atribuido, de manera constante, por la Iglesia a la Virgen María y ha inspirado la imaginería mariana.
Igualmente resulta muy común escribe César Vidal- el asociar a María con el culto a determinadas piedras. Posiblemente el caso más famoso sea el de la basílica del Pilar en Zaragoza, España. En su recinto se rinde culto a un trozo de piedra sobre el que, según la tradición, se apareció María a Santiago. Esto de que se rinda en Zaragoza culto a una piedra es nuevo. Cualquier católico sabe que en las imágenes se rinde culto a lo que representa, no a la representación en sí.
Empeñado y obsesionado en situar la doctrina católica como mera copia del paganismo, algunas afirmaciones de César Vidal resultan hilarantes. También resultaba común que la diosa-madre recibiera adoración en cuevas y grutas, aparte de en los templos dedicados específicamente a la misma, lo cual queda corroborado, para nuestro historiador científico, porque el santuario mariano de Lourdes, Francia, uno de los más famosos del mundo, está situado en una gruta y no constituye una excepción. Pone luego ejemplos, de los que se ha olvidado de Covadonga. También las diosas-madres se adoraban en montes, por lo que le bastan unos pocos ejemplos para confirmar su aserto : de nuevo la virgen de Montserrat, Nuestra Señora del Moncayo, Nuestra Señora del Toro, o Nuestra Señora de la Peña, etc. En todos y cada uno de los casos, la figura de María, como sucedía con las diosas-madres, aparece relacionada con un monte o cordillera. Como, por ejemplo, añado yo, Nuestra Señora de los Llanos, patrona de Albacete o la Virgen del Rocío en las marismas.
César Vidal, un ignorante de la historia y un falso profeta
César Vidal es muy dueño de sostener sus opiniones, pero en algunos aspectos de la historia demuestra una ignorancia supina, como cuando indica que en la Edad Media la devoción a María conoció un notable impulso por las Órdenes Militares. Esto le viene bien para indicar que vino de Oriente, que está muy lejos y le suena mal, aunque en Oriente nació el cristianismo. En cualquier caso, se trata de una chorrada. La devoción a la Virgen María en el Temple es simplemente proyección de la del Císter y de la de San Bernardo, autor de la oración mariana conocida como Acordaos y del Elogio de la nueva milicia, que es considerada como la carta fundacional, en lo espiritual, de la orden de los Caballeros del Templo de Salomón. El foco de esa vigorización de la devoción mariana estuvo en Claraval y no en Jerusalén, igual que las catedrales góticas no surgieron, como dogmatiza César Vidal, para permitir el desarrollo de procesiones, traídas también de Oriente, sino básicamente por el crecimiento de las ciudades, que exigían templos de mayor amplitud.
Si en las afirmaciones históricas César Vidal es endeble, e incluso falsario, en las religiosas llega a ser simplista como cuando dice que el rosario, por su origen y por su forma, constituye un ejemplo muy definido de oración pagana o cuando tilda de blasfemo a San Alfonso María de Ligorio o cuando resume que como el cuco que expulsa a los legítimos propietarios de su nido, el mito de María ha ido privando a la figura de Jesús de todo aquello que el Nuevo Testamento le atribuye.
Mediocre y petulante como historiador, César Vidal sienta cátedra en esas universidades deletéreas de las que dice ser profesor- de profeta, de modo que prevé que la Iglesia católica llegara a afirmar que la sangre derramada en la Cruz y bebida en la Eucaristía es la de María o que no es imposible que en las próximas décadas pase a ser Kali o Saravasti.
Finalmente María va a ser presentada en los próximos años como el faro en medio del caos y el refugio en medio de la tribulación. Ahí se ha equivocado de medio a medio. Para esa función de faro ya está César Vidal con La Linterna en la cadena confesional católica COPE.
Conclusiones
Percibo en algunos católicos una extraña forma de escándalo, según la cual es más intocable César Vidal que la Virgen María. Para tales casos de desvarío es recomendable la lectura de La esfera y la cruz de Chesterton.
Sensatas críticas apuntan a que no era necesario aventar un libro de escasa difusión y reproducir frases que me producen, por su simplismo y su agresividad, un íntimo rechazo. En nada desmerecen a la Virgen María las inconsistentes y sectarias especulaciones de César Vidal. Quizás fuera conveniente que repudiara un libro panfletario para recuperar crédito intelectual, aunque, a sueldo de los paganos e idólatras obispos, ha seguido haciendo propaganda de sus alucinadas tesis en la web que se promociona desde la cadena confesional católica.
Quizás sirva todo ello para reclamar coherencia, sin la que todo deviene en estafa, y combatir el relativismo que salta, como la liebre, donde menos se espera. Y también para reclamar un retorno a la pedagogía cristiana. En ese sentido, conviene recordar que:
1.- La Iglesia Católica establece dos fuentes de doctrina: las Escrituras y la Tradición. Tiene ésta última mucha lógica desde la teoría de la comunicación, pues la primera Cristiandad hubo de tener posesión pacífica como sucede en las familias- de hechos y vivencias que no hubieron de reflejarse en los Evangelios, cuya finalidad no era ser una Enciclopedia.
2.- Cuanto más cercanas están las iglesias a la primera Cristiandad más intensa es la devoción a la Virgen María.
3.- La mariología ha estado siempre estrechamente relacionada con la cristología y no ha hecho otra cosa que reafirmar ésta, como no podía ser de otra manera. Los dones y privilegios que la Iglesia reconoce a María derivan de su condición de Madre de Jesús, de Madre de Dios.
4.- La Virgen María no ha sido nunca tenida por diosa, ni de lejos. La perenne novedad del cristianismo está en la evidencia palmaria de que se encuentra en las antípodas de todo paganismo. La María humilde y llena de humanidad, cercana, como la han sentido las generaciones ininterrumpidas de cristianos, nada tiene que ver con mitologías paganas, como nada tiene que ver el Crucificado, el Dios-Víctima.
5.- La tesis protestante de la Sola Escritura es fácilmente objetable, porque para no caer en la más absoluta contradicción, ha de admitir el canon del Nuevo Testamento establecido en el Concilio de Nicea. La tradición de la Iglesia es la que vivifica el cristianismo. Y es, en ese sentido, llamativo, casi una contrastación, que César Vidal no se dedique a difundir sus ideas o su espiritualidad, sino a atacar a las de otros.
6.- La definición de un dogma no es la invención de una verdad sino su proclamación infalible. Es decir, se ha creído antes sin disputa.
7.- Por supuesto, las diversas imágenes no son otra cosa que reproducciones y lo que se venera es lo representado y no la representación. César Vidal puede objetar al catolicismo y a su doctrina, pero convendría que lo hubiera hecho al real, no al deformado por sus tortuosos prejuicios.
Enrique de Diego