Hace tiempo que la socialdemocracia renunció al pilar de la familia dentro del Estado de Bienestar. Felipe González ni siquiera lo ha mencionado en el desayuno de trabajo organizado por Europa Press este miércoles, como tampoco ha mencionado las pensiones. Visto el panorama futuro, el expresidente prefirió no meterse en líos.
Queda por una parte la educación, por la que González sobrevoló sin entrar en las soluciones. Hasta el momento, el PSOE ha sido el partido más consciente de la necesidad de controlar las mentes de los ciudadanos desde su más tierna infancia.
Por otra parte, González se centró en la sanidad pública, cuya supervivencia es lo suficientemente importante como para sacar un punto más de PIB "y quedarnos tranquilos un tiempito". ¿De dónde? González sugiere que los impuestos finalistas podrían ser la solución; por ejemplo, aumentando la presión sobre el alcohol. Pero tampoco le hace ascos a establecer otro tipo de impuestos o buscar el ahorro de gastos. En este sentido, no rechaza la reducción del número de municipios o la supresión de las diputaciones provinciales. Pero González no está de acuerdo en el copago, que considera injusto por hacer pagar más al que está más enfermo.
Otra cuestión es la de hacer que la sanidad sea sostenible y eficiente. El expresidente criticó la construcción de grandes hospitales (que han sido bandera de Esperanza Aguirre en materia de sanidad) cuando la atención de algunos enfermos podría hacerse de manera ambulatoria. Otra de las críticas se dirigió a la inversión en grandes tecnologías que posteriormente es desaprovechada por el establecimiento de turnos: así, una máquina que debería estar funcionando 24 horas está infrautilizada por el hecho de que se limita la presencia del personal a 6 horas.
Finalmente, en cuanto al sistema autonómico, González criticó la falta de coordinación y las resistencias de algunos a ser coordinados. El resultado es que en España, en vez de una descentralización se está produciendo una "centrifugación".
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