Los casos de eugenesia resultan especialmente repugnantes. Probablemente lo más repugnante de toda esta historia de estupidez llamada modernidad sea este memorial de la primera tentación del hombre, seréis como dioses. Como inteligentemente nos recuerda un lector ya estamos pasando del aborto libre al aborto gratuito por la vía del Estado de Derecho. En resumen, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (sede en la imagen) impone una sanción a Italia por interponer diques a la repugnante selección sobre qué embrión humano tiene derecho a desarrollarse como persona y cuál debe ser condenado a muerte. El más apto, naturalmente. A Hitler la decisión del Tribunal de Derechos Humanos -triste nombre en esta ocasión- le habría puesto cachondo.

Es la nueva técnica del Nuevo Orden mundial (NOM) y del mercado de la muerte: castigar a aquellos países que opongan cualquier tipo de cortapisa al aborto o a la manipulación de embriones. En definitiva, a la eugenesia.

Dios ha convertido la vida en una lotería pero la ha confiado a su Providencia. No quiere hombres creados perfectos sino seres imperfectos que aspiran a la perfección, es decir, a la imitación de Dios. Y sólo ha impuesto una norma: que no pongamos normas a la lotería de la vida. De eso se encarga Él, que por algo es el único que crea algo de la nada.

¿Qué debería hacer Mariano Rajoy, uno de los 47 estados miembros del Consejo de Europa y, por tanto, firmante del Convenio (Convenio Europeo de Derechos Humanos, Roma, 1950) que dio origen a este puñetero y homicida Tribunal de Derechos Humanos? Pues impugnar el tal Convenio y abandonar el Consejo de Europa. España no tiene por qué figurar en un organismo de orientación nazi.

Italia nos lo agradecería, y pocas cosas hay ahora más importantes que una alianza entre Roma y Madrid.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com.