El BBVA ha anunciado la mayor titulización de hipotecas de la historia bancaria española: 8.500 millones de euros. El récord del Banco Popular, 6.000, sólo ha durado una semana.
Lo bueno que tiene la actual crisis es que en un año, cuando lleguemos al colapso total, no habrá manera de encontrar culpables, porque tan mal lo habrán hecho los privados como los públicos.
Empecemos por los privados: las titulizaciones son el principal causante de la crisis financiera. Es una forma alocada de obtener liquidez, de cobrar menos pero cobrar antes. Es como una especie de pirámide invertida, donde toda una burbuja financiera -en la que no dudan en invertir instrumentos tan socialmente delicados como los fondos de pensiones- se apoya en un vértice -conocido como referencia-. En cuanto esa referencia -es decir, la hipoteca primigenia- estornuda toda la burbuja, todos sus ahorros, cogen neumonía. Las paquetizaciones o titulizaciones son el negro en paro de Alabama sobre los que los Morgan Stanley, Lehman Brothers y demás jetas especuladores, montan un negocio virtual que, cuando estalla, no sólo deja en calzoncillos a los especuladores sino a toda la economía. Las titulizaciones son el negro en paro de Alabama (lo repetiré hasta que todo el mundo se aprenda el vídeo), la gran engañifa. Por cierto, como siempre, la banca española es la más prudente dentro de la majadería general: tituliza hipotecas. Otros, por ejemplo el HSBC, segundo banco del mundo, convertía en títulos negociables, generalmente en bonos, hasta las tarjetas de crédito donde la morosidad, por supuesto, puede quintuplicar a las hipotecas.
Entonces, para demostrar que hemos aprendido la lección, que los estructurados no provocan sino desastres, para solucionar la crisis, el BBVA o el Popular se dedican a titulizar. Precisamente, en la mañana del miércoles el presidente del BBVA, Francisco González pronunciaba estas sonoras palabras: "el sistema estaba abocado a la crisis, puesto que el desorden, la codicia y el enorme apalancamiento han provocado una situación absolutamente insostenible". Da gusto escuchar a insignes banqueros aludir a las verdaderas causa de la actual crisis. El primero de ellos fue el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliú, pionero en pronunciar el término maldito: especulación, nombre financiero de la codicia. Ahora FG habla de 'apalancamiento' excesivo, la segunda causa del desastre. Ocurre, sin embargo, que la mega-titulización que acaba de aprobar el BBVA supone una especulación y un apalancamiento salvajes. Los bancos, no sólo las empresas y las familias, también se sobreendeudan. Pero no hay que preocuparse: FG está eximido del principio de contradicción.
Insisto en que, a pesar de todas sus mentiras, a pesar de sus estructurados de Banif-Lehman, a pesar de su jetadura, me parece mucho más lógica la actitud de Emilio Botín: el camino para obtener más liquidez no es la titulización sino la ampliación de capital. ¿Que ha reducido el valor de su banco? Ciertamente, tal y como corresponde al estado actual de los mercados, pero las ampliaciones de capital constituyen un instrumento financiero noble para dotar de liquidez a un banco, mientras titulizar es volver a las andadas, echar fuego a la gasolina, volver a la exuberancia irracional de los mercados, a la economía de pantalla, la misma que nos ha llevado al agujero.
El objetivo de un banco no es la liquidez, eso sólo es un medio necesario, sino ofrecer financiación a la economía real, a familias y empresas, pero no actuando como un autoridad monetaria que crea dinero artificial sobre un mismo préstamos. Insisto, es la pirámide invertida.
Vamos con el público. El secretario del Tesoro norteamericano, Henry Paulson afirma que no empleará el dinero público para ayudar a los fabricantes de coches, sino a los bancos. Pues no sé por qué. En mi opinión no habrá que ayudar a ninguno, porque las subvenciones públicas no crean más que agravios comparativos, favorecen a los ineficaces y a los jetas frente a los eficientes y honrados. Pero, si hay que ayudar a alguien con el dinero de todos, al último a los bancos, que son meros intermediaros al servicio de la economía real -o eso deberían ser-. El último sector que debe ser ayudado por el erario público es la banca.
El Gobierno español no le va a la zaga en insensatez a los privados ni en majadería al Tesoro público norteamericano. Así, con esa mezcla de necedad y cinismo de nuestro nunca bien loado presidente del Gobierno, y ante la OIT, Zapatero aseguró que no se trataba de aumentar el gasto público sino las inversiones públicas. O sea, Keynes. Ciertamente es así: no veo posible, ahora mismo, una solución liberal de reducción de impuestos, como mucho cambiar una rebaja de los impuestos laborales por una subida de los impuestos al consumo (justo lo contrario de lo que aconseja la exitosa Cumbre de Washington) pero eso es precisamente, lo que el Gobierno ZP no ha hecho. Lo que el Gobierno ZP ha hecho es ofrecer el dinero de todos para dotar de liquidez a la banca, lo mismito que ha hecho el señor Paulson. La inversión pública, sustitutoria de la privada, está bajo mínimos en España y el equipo económico que dirige Pedro Solbes que insiste en la subvención, que no la inversión, como motor del crecimiento. Por ejemplo, insiste en subvencionar las energías renovables en lugar de abrir el paso para la inversión en energía nuclear. Por ejemplo, insiste en subvencionar la compra de coches en lugar de invertir en I D para que España se convierta en fabricante del coche eléctrico (buena idea de Sebastián, pero Solbes no le deja invertir en ello).
Pero consuélense: con estas estupideces de nuestros primeros espadas -privados y públicos-, 2008 no será un mal año, porque 2009 será mucho peor.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com