Los padres de las criaturas pidieron a la premier que intercediera por sus retoños ante las autoridades españolas. La respuesta de la Dama de Hierro fue rápida: "¿Esos gamberros? ¡Que se pudran en la cárcel!".
Vladimir Putin debería hacer lo propio tras los enfrentamientos de seguidores de la selección rusa con aficionados polacos, antes del partido entre ambas elecciones. Como siempre, los medios españoles fueron neutrales y concedieron cinco minutos a los nazis y cinco a los judíos.
Lo cierto es que los seguidores rusos iniciaron el partido inaugural lanzando un avión de papel, de grandes dimensiones, con la leyenda Smolensk, la ciudad donde se estrelló el avión que transportaba a la cúpula política, económica y militar polacas, incluyendo a su presidente Lech Kazinski y a su esposa.
Recuerdo que cuando ocurrió el accidente, Vladimir Putin se apresuró a acudir al escenario de la tragedia y anunció una investigación ruso-polaca para evitar cualquier tipo de sospecha sobre el Gobierno ruso. Y es que la cúpula polaca acudía a Smolenk por su cercanía al bosque de Katyn. Allí, durante la II Guerra Mundial, Stalin perpetró una matanza -a base de tiros en la nuca- de 20.000 mandos militares e intelectuales polacos, una de las bestialidades más graves de los soviets durante la II Gran Guerra. Son las famosas fosas de Katyn, verdadero fatalismo polaco. No habría estado de más que Putin llamara al orden a sus vándalos. Más que nada porque no le interesa que los polacos recuerden la vieja historia:
-Si nos atacan los alemanes por el oeste y los rusos por el este, ¿a quién debemos disparar primero?
La respuesta es:
-A los alemanes, porque lo primero es el trabajo, luego el placer.
Por tanto, dejémonos de historias: la neutralidad de juicio entre los aficionados rusos y los polacos es exactamente lo mismo que la neutralidad entre nazis y judíos, o que la equidistancia entre verdugos y víctimas.
Eulogio López
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