El gobierno paritario resulta divertido. Las mujeres modernas del siglo XXI aparecen fotografiadas en el Vogue. O sea, que la modernidad consiste en la frivolidad de siempre. Por supuesto, son mujeres, pero no madres. La tasa de fertilidad de las mujeres del gobierno paritario se encuentra muy lejos del 2,1 hijos/mujer del nivel de reemplazo y también lejos de la media de los varones del gabinete que sí superan la media de reemplazo.
Con todo, lo más grave es la estupidez. La ministra de Cultura, Carmen Calvo, aparecerá el próximo fin de semana entrevistada por la revista Gala. En dicha entrevista revela que dejaría la cartera por irse con Bruce Sprinsteen. "Me encanta su música, creo que significa mucho para el rock, creo que tiene mucho atractivo, es un feo guapo", apunta la ministra. Así que ya lo saben, si la ven en primera fila de un concierto del "jefe", anímenla un poquito a ver si tenemos suerte.
Por otra parte, no se entiende bien lo de "feo-guapo". Debe de ser algo así como "arreglada, pero informal". A la ministra no le gustan los guapos. O sea, no busca la belleza. Prefiere un "feo-guapo", es decir, un sí, pero no, o tal vez, ya veremos. Todo muy clarito, como las subvenciones de su cartera.
Resulta llamativo también que una figura que ha hecho mucho por el rock resulte suficiente para que doña Carmen queme las naves. Pero claro, tras dos fracasos matrimoniales, Calvo afirma que el amor "no lo piensa, lo siente". Quizás, exactamente el quid de sus dos fracasos matrimoniales.
Y esto que suena tan bonito y romántico, además de una cursilada impropia de una ministra, resulta muy perjudicial. Porque el enamoramiento es un sentimiento naturalmente volátil. Uno se enamora porque sí y se desenamora por las mismas razones. Fiar la estabilidad matrimonial en el sentimiento es la mejor garantía de su fracaso. Por contra, el matrimonio es una decisión intelectual y afectiva de toda la persona para compartir el destino junto al otro el resto de sus días. Hay una voluntad de amar al otro. Y es esa voluntad y ese compromiso el que permite sortear los avatares sentimentales.
Pero doña Carmen, prefiere seguir peloteando en el proceloso mar de los afectos, aunque afirme que hoy "está preparada para un amor maduro". Ahora es Bruce. Mañana quizás se despierte con el sentimiento de dejarlo todo por un grafitero, esos "nuevos quijotes transgresores" -según ella- que transgreden la norma a golpe de subvención.
Y para terminar el desaguisado, Calvo afirma que le gusta ejercer de madre mediterránea con su hija de 26 años. Es decir, sobreprotección que dificulta el desarrollo de un proyecto vital propio. Todo un ejemplo para la mujer de hoy. Gracias Carmen por proponernos el antimodelo : la inmadurez permanente.
Luis Losada Pescador