La política lingüística fue la gran clave que llevó a Alberto Núñez Feijóo a la presidencia de Galicia. En la campaña electoral para el 1 de marzo de 2009 prometió volver a la política lingüística previa a Fraga y obtuvo la mayoría absoluta. Sin embargo, una vez en el poder, sus votantes se sienten decepcionados. Esperaban que el gallego no continuara siendo una imposición y que se diera marcha atrás a la obligación de superar esta asignatura en selectividad: una hora y media más de examen, una asignatura más que puede bajar la nota de los alumnos sólo por estudiar en Santiago y no en Sevilla.
Claro que en la enseñanza, como en todo, también hay clases sociales. Los que tienen dinero pueden evitarse la asignatura marchándose a estudiar a León o a Madrid, los que no, aguantan el chaparrón y los que tienen mucho dinero se pueden ir a Estados Unidos: aprenden inglés y a la vuelta están exentos del examen de gallego. El efecto de la política PSG-BNG llegó hasta tal punto que la Universidad de Santiago tuvo que pedir a los números uno de la selectividad que se quedaran a estudiar en Galicia. Son las quejas de una madre que contactó con Hispanidad para contarnos con detalle cómo están las cosas en Galicia y cómo quedarán si el nuevo gobierno no lo remedia: Feijóo tiene pánico a los nacionalistas, nos contaba temerosa de que el ánimo de apaciguar al BNG acabe por mantener las imposiciones de la legislatura anterior.
Por eso, la Mesa por la Libertad Lingüística ha lanzado un manifiesto para acabar con lo que consideran una discriminación en la Selectividad. La plataforma pide que se pueda optar por una de las dos lenguas oficiales de la comunidad autónoma para formar la media del bachillerato, que supondrá el 60 % de la nota definitiva, y que puedan examinarse de una sola de las dos lenguas cooficiales en la comunidad autónoma, a su libre elección.