El pasado viernes Hispanidad les contaba cómo el BBVA está recurriendo a la apertura de expedientes disciplinarios para reducir personal. Esa no es la táctica elegida por el Santander, lo cual no significa que el banco presidido por Emilio Botín no haya recurrido a otros ardides para deshacerse del personal o recambiarlo por mano de obra más barata.
Por ejemplo, el Santander continúa recurriendo a las prejubilaciones. Para 2009 estaban previstas 600 y ya se han puesto en marcha 631. Desde UGT Santander, Miguel Gersol explica que en los últimos tres años la media se encuentra en 1.000 prejubilaciones anuales, por lo que es de esperar que después de verano venga una nueva oleada. Puede que la operación compense, pero a los clientes les importa la relación personal, tal y como dicen los anuncios de los bancos.
Otro de los principales mecanismos del Santander para reducir plantilla es la externalización de servicios informáticos y áreas operativas de servicios centrales. Isban, Produban, Geoban y otros ban son empresas del Grupo Santander cuyos trabajadores realizan las mismas tareas a cambio de menor salario. Por ejemplo, en lugar de cobrar entre 25 y 30.000 euros, un oficial que se incorpore a cualquiera de estas empresas puede cobrar entre 18 y 19.000 euros. El resultado es que, la Ciudad del Santander (en Boadilla del Monte) se fundó con 5.500 empleados y en este momento cuenta con unos 2.800. La diferencia corresponde en su gran mayoría a las externalizaciones.
El gran proyecto para abaratar costes de personal eran las franquicias. El plan ideado hace dos años por Alfredo Sáenz consistía en que los agentes colaboradores vendieran productos Santander con autorización del banco, incluso con la protección de la llamita, pero bajo la responsabilidad del agente, que trabaja como autónomo. Se pretendía franquiciar a 3.000 agentes colaboradores, pero la crisis ha afectado también a la venta de productos. Por ello, tras llegar a 1.800 agentes se ha producido un parón. UGT advierte que el proyecto es ambicioso y, por el momento, sólo ha quedado en suspenso. El sindicato teme no sólo que se continúe con el proceso, sino que se pueda extender también a las oficinas.