Lo ha dicho El País, así que no hay más que hablar. Un muy delicado estudio de Caixa Catalunya, casualmente presidida por el ex vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, asegura que sin inmigrantes la economía española se paralizaría o, desde luego, no crecería al vertiginoso, al menos para Europa, ritmo del 3,5%. La misma campaña, basada en el mismo informe, lleva a cabo la Tv pública, que jamás, ni con el PP ni con el felipismo, había alcanzado las cuotas de manipulación actuales a favor del Gobierno.
Conste, demás, que, en efecto, los inmigrantes ayudan a la economía nacional, en cuanto acogen los trabajos especialmente en el campo y en la construcción-, que se niegan a asumir los españoles. Pero ninguna manipulación más eficaz que aquella que está basada en la verdad. En efecto, los inmigrantes aceptan ese trabajo y mejoran la economía nacional, porque, por mal que vivan en comparación con los españoles, siempre vivirán mejor que en su tierra de origen. En definitiva, ayudan a la economía, pero no a la mejora del nivel de vida. Es más, son explotados y perpetúan los males de la economía española: salarios bajos vivienda cara. Dicho de otra forma. Aunque la inmigración, va a por delante, es buena, lo cierto es que instala en Europa el modelo de crecimiento asiático, cada vez más globalizado, que podríamos resumir así: la economía va bien, las economías particulares, no tanto. Es el modelo económico preferido por los ricos filántropos, los millonarios preocupados por la cuestión social.
Y es que una economía marcha bien cuando su PIB crece y crea puestos de trabajo. Pero para que los ciudadanos disfruten de esa bonanza se necesita, además, salarios dignos y vivienda asequible. Que un país crezca a costa de explotar a sus trabajadores puede aceptare transitoriamente, pero no como modelo económico permanente. Recuerden: la economía -como el dinero público-, no existe; lo único que existe son las economías particulares y el dinero privado-.
Lo que ocurre es que el Gobierno Zapatero, a través de El País o de RTVE, trata de defender su regulación de inmigrantes del pasado año y, al mismo tiempo, quitarse de encima la presión televisiva, mediática e icónica, de los cayucos. La verdad es que tanto el inmigrante regularizado que entró por Barajas o por Hendaya, como el inmigrante negro del cayuco, colaboran al PIB. La diferencia es que si lo hacen desde la economía sumergida, el Gobierno recauda menos por cuotas sociales e IRPF. Ejemplo, si mañana el delirante ministro Jesús Caldera legalizara a los inmigrantes que llegan en cayucos que no son sino una mínima parte de los ilegales- la economía española no mejoraría, pero los ingresos del Estado sí.
En definitiva, que economía y economías no son lo mismo, y que los cayucos no preocupan al Gobierno porque sean muchos -que no lo son respecto al global de indocumentados- sino porque salen todos los días en la tele. Y es tan dramático que ni Polanco y Zapatero pueden ocultar esas imágenes.
Eulogio López