Es difícil nadar contracorriente, aunque la corriente nos arrastre al desastre. Decíamos ayer que todo el mundo, empezando por muchos directivos de las propias cajas están empeñados en que estas entidades mutuales se conviertan en bancos.

Al final, toda campaña de manipulación se basa en el determinismo, mejor, en el fatalismo. Todo consiste en plantear lo que se pretende como algo inevitable. Basilea III, la modernidad, los recursos propios, la crisis financiera, el tamaño... las cajas tienen que convertirse en bancos o perecerán.

Es como si yo dijera que Lehman Brothers, Bear Stearns, Merrill Lynch, Bank of America, Morgan Stanley, Goldman Sachs, HSBC, Deutsche, UBS, etc., tras la crisis de 2008, deberían convertirse en cooperativas porque, de otra forma quebrarían. Y lo diría con mucha más razón, dado que los bancos anglosajones (norteamericanos, ingleses y alemanes) ya han quebrado y son los causantes de la crisis, mientras las cajas de ahorros españolas son las paganas de la misma.

Y ojo, porque estamos olvidando que las cajas de ahorros no sólo son entidades mutuales: constituyen el soporte accionarial de empresas estratégicas como Repsol, Iberdrola, Telefónica, etc. Y ahora puede que las exigencias del Basilea III, Banco de España, Gobierno y oposición, sindicatos y empresarios, amén de barones regionales, les obligue a vender sus participaciones industriales.

Y así, entre el apalancamiento  creado por los bancos, el cainismo español, especialmente entre comunidades autónomas, corremos el peligro de convertir a España, no en un país sin cajas, sino en algo muchísimo peor: en un país sin industrias, que es más grave. La desaparición de las cajas no es terrible porque desaparezca la obra benéfico-social, que también, sino porque deslocalizará empresas.

¿No hay alternativa a la conversión de las cajas en sociedades anónimas? Por supuesto que las hay. Propongo dos: la una es convertir a las cajas en bancos públicos. Poseen lo que no tiene el ICO: saben vender créditos y ponderar el riesgo. Hoy mismo, lo ha propuesto alguien tan poco sospechoso de socializa como Sebastián Reyna, secretario general de la organización de autónomos UPTA.

La segunda opción consiste en preservar la actual naturaleza mutual de las cajas, con algunas modificaciones. Profundizar en el sistema LORCA, que no es tan malo: prohibir la representación de gobiernos regionales, sindicatos, organizaciones empresariales, ayuntamientos, etc., y dar todo es poner a los impositores, a los depositantes.

Les recuerdo a ustedes que la principal aseguradora española, MAPFRE, décima del mundo, ha sido entidad mutual hasta hace dos años y que su conversión en sociedad anónima no le ha aportado absolutamente nada. ¿Por qué no las cajas?

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com