La moda es un dictador autoritario que dirige el estilo de presentarse y vivir de nuestras hijas: transparencias, tops que dejan al descubierto la espalda, el escote y los ombligos, la lycra superajustada y los mini-shorts, a pocos centímetros de su ropa interior.
Así, más desnudas que vestidas, deambulan por doquier, y las relaciones entre ellas y ellos acaban siendo un juego de abusos y abusadas, bien poco inocente, en el que nadie gana. La mentira está servida: jugar con un amor sin reglas desbarata la capacidad de entrega y compromiso necesarios para construir una vida con quien se ama.
Disfrutar del sexo es la directriz oficial, enemiga de la búsqueda interior y las aspiraciones más profundas del alma, alma que la moda desviste al desvestir el cuerpo dejándola a la intemperie.
Y así, ambos despojan a la persona de su misterio, hecha para amar y ser amada en el Espíritu de Dios, que sólo mora en la pureza del corazón y de la apariencia, estados adjudicados a unos pocos supervivientes, emancipados y en rebelión contra la gran dictadora.
Eva N Ferraz