El Cardenal Marc Ouellet ha dicho en el Congreso que se inauguró ayer en Madrid, para presentar la Biblia de la Conferencia Episcopal, que la Biblia ha modelado el alma de Europa, su historia y su vida cotidiana.
Pertenece a su cultura y define, por así decirlo, su código genético. Y como ha dicho Benedicto XVI, la Biblia nos ofrece, de algún modo, un código de las culturas. Sin ella no se puede entender en toda su amplitud nuestra cultura, pues contiene valores antropológicos y filosóficos que han influido positivamente en toda la humanidad y sin ella sería imposible dar razón de las innumerables manifestaciones del espíritu humano.
Así mismo el Arzobispo Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, reconoció que las relaciones entre la Sagrada Escritura y el Magisterio eclesial son ciertamente complejas porque por una parte el primado de la Palabra de Dios ha de ser siempre claramente afirmado y por otro se ha de afirmar también que la Escritura no puede verse nunca separada de la vida misma de la Iglesia (...) La Iglesia es el único ámbito adecuado para la interpretación de la Escritura como palabra actual de Dios.
Carmen Ramírez