Comprometido con la paz como estoy, ya hasta sus últimas consecuencias, he pensado en participar en la muy privada, pero universal, manifestación convocada para la noche del sábado (sí, para la noche), y consistente en proceder a un comprometido orgasmo por la paz en el mundo.

Considero que la iniciativa de dos pacifistas californianos -estas cosas siempre suceden en California, que no en vano el gobernador es un tal Arnold Impronunciable-, quienes, tras dar cumplimiento a una serie de ecuaciones de sexto grado, han llegado a la conclusión de que una manifestación sexual en todo el mundo, allá por el viernes 22, acabaría, de una vez por todas, con las guerras en el mundo, según el sesentayochesco principio de Haz el amor y no la guerra.

Creo que este es el fruto más grandioso de la Alianza de Civilizaciones, que el primer ministro turco, Recep Tayyp Erdogan, y el presidente español, Rodríguez Zapatero, se han ido a vender a Naciones Unidas. ¿Dónde si no? El fundamentalista islámico y el integrista comecuras, trabajan al alimón por la paz en el mundo.

Ahora bien, para mí que no hay conflicto de civilizaciones, sino guerra civil en Occidente. El problema de la tan temida confrontación entre el Este y el Oeste del planeta consiste en una cierta confusión conceptual que arrastra el mester de progresía desde hace algunos lustros.

En primer lugar, el objetivo primero no es la paz, sino la libertad. La socialista vasca Rosa Díez lo explicaba muy claro cuando resumía otro conflicto, el vasco : En Euskadi no falta paz, porque no hay guerra, lo que falta es libertad. Gran ejemplo : las tiranías suelen contar con calles pacíficas, y escasa delincuencia. Pero la mayoría prefiere la libertad que suele acompañar a las democracias.

Segunda confusión conceptual: lo peor no es la guerra, sino la injusticia, causa de todo enfrentamiento bélico. La mera ausencia de guerra no puede llamarse paz. Si los países diezmados por hambrunas no se lanzan a conquistar a sus vecinos es porque no tienen fuerza para ello. O la Guerra de Irak, que podía tener, estirándolo mucho, un motivo justo, como era terminar con una tiranía, pero se planteó de forma injusta, con bombardeos que no discriminaban entre inocentes y culpables, e interesada, porque la Casa Blanca se empecinó en acabar con Sadam Husein. Fue una guerra injusta, pero lo más grave no es que fuera guerra, sino que era injusta.

Más confusiones conceptuales. El gran problema de la Alianza de Civilizaciones es que se trata de una guerra civil. El problema no es el Islam. El Islam -no conviene decirlo, pero es la verdad- es, al igual que las culturas orientales, una fe y una cultura muy inferior a la judeo-cristiana. Todos los papanatas occidentales que abominan del Cristianismo serían incapaces de vivir en los universos hinduísta, budista o musulmán ni tan siquiera una semana. Cuando el Islam se ha impuesto lo ha hecho por la fuerza y sobre la ignorancia o la miseria. Mientras esos motivos políticos, económicos y militares se mantuvieron, el Islam se mantuvo, pero al final fue expulsado de Occidente, por el este hasta el Asia Menor y por el suroeste hasta África.

Por tanto, el conflicto de civilizaciones es una guerra civil. Esto es, que Europa se está suicidando. Europa se suicida cuando una occidental, directora de un Instituto de Mijas, tira a la basura el belén navideño elaborado por los alumnos, y cuando Mr. Bean, prototipo de quienes no creen en nada, pretende intercambiar cromos con quienes sí creen en algo, aunque ese algo sea tan flojo como el Islam. ZP considera que el Islam es una chorrada cósmica, pero no piensa lo mismo del Cristianismo : por el Cristianismo siente pura y simple aversión.

Guerra civil, si ustedes me entienden.

Eulogio López