Curiosísima interpretación la de algunos periódicos digitales sobre el juicio de las cuentas ocultas del BBVA, utilizadas por Francisco González para lograr la españolización del BBVA, es decir para expulsar a Emilio Ybarra (por cierto, españolista), a Pedro Luis Uriarte (nacionalista) y a todos los consejeros del antiguo Banco Bilbao Vizcaya de un solo plumazo (por cierto, todos ellos españolistas).
De entrada, Emilio Ybarra, que no creó el problema (el origen de las famosas cuentas ocultas en Jersey procede de la época de Pedro Toledo), simplemente utilizó el dinero para pagarle unas pensiones a los consejeros del BBV, dentro de su equiparación con los de Argentaria tras la fusión. En cualquier caso, tenemos por vez primera a un banquero que asume su responsabilidad judicial, no política, es decir, de las de verdad- y exonera de responsabilidades a sus colaboradores. Es verdad que muchos de los consejeros, por ejemplo Juan Entrecanales, han advertido siempre que no sabían el origen de la pensión que se les pagaba como vocales.
En sentido opuesto tenemos a un Francisco González, que durante su declaración del pasado lunes se ensañó con su antiguo copresidente, advirtiéndole en la mañana del martes el gobernador del Banco de España se atuvo al informe del supervisor, en el que quedaba claro que fue el propio Ybarra quien advirtió al Banco de España de la anomalía para intentar solucionarla. Probablemente se habría solucionado repatriando el dinero a España, pagando los atrasos que hubiera con el Fisco y haciendo transparentes los pagos a los consejeros como se ha hecho en otras ocasiones. Pero aquello le venía de perlas a FG para encaramase al poder. Tenía un caso para utilizarlo y lo utilizó.
Además, en ese momento, FG era el banquero colocado por Rodrigo Rato y el Partido Popular estaba en el poder. Se trataba de aprovechar el fallo de Ybarra (el verdadero fallo de Ybarra consistió en decirle la verdad a FG) para darle una lección a la oligarquía vasca de Neguri, por sus debilidades ante el nacionalismo vasco y su alianza con ejecutivos del PNV, como era el caso de Pedro Luis Uriarte.
Se dio incluso, la circunstancia de que cuando ya se estaba fraguado la operación el Gobierno Aznar concedió la gran Cruz de Isabel la Católica ¡a Emilio Ybarra!
En definitiva, al banquero que confiesa las culpas por una gestión heredada y mal gestionada se le considera culpable. Al que aprovechó la ocasión para auparse en lo más alto, inocente. Y por cierto, los beneficiarios del delito confeso de Ybarra han sido absueltos, y no se ha causado ningún prejuicio a los accionistas de la entidad ni al Fisco. Pese a todo, los juicios sobre Ybarra son durísimos en los medios españoles, quizás por aquello de hacer leña del árbol caído : curioso.