Algunos lectores me recuerdan que también hay pedofilia con niñas. Sí, en efecto, y resulta igualmente aberrante. Ahora bien, con niñas, y esto no es un consuelo, sino una muestra más de lo salvaje que puede llegar a ser un hombre, que se da a ese llamado turismo sexual. Hablamos ya de chicas generalmente de más de doce años (sigue siendo una bestialidad, lo sé, pero es distinto), y de esclavitud sexual y trata de blancas.
Además, los buscadores de lolitas suelen ser varones poco viriles por no decir tocados de la cabeza. Un varón normal no desea mantener relaciones sexuales con una chiquilla. Eso sólo lo hace el deformado, el morboso, el afeminado, el que entiende las relaciones sexuales humanas no como entrega ni como compromiso, sino como posesión.
Pero lo que el abajo firmante expresaba, en calidad de periodista, no era más que un hecho, un dato constatable que el Gobierno Zapatero trata de ocultar a toda costa: la relación evidente entre homosexualidad, pedofilia y, mucho me temo, incesto. Lo ocultan naturalmente, porque las imágenes incautadas a la red de pederastia sobrecogen pero al mismo tiempo, el Ejecutivo se empeña en lanzar el matrimonio gay y con derecho a adopción.
Ahora bien, olvidé que el lenguaje siempre es el gran chivato del pensamiento, o como decía el viejo labriego : Dios nos ha dado la palabra para ocultar los pensamientos. Y así, otro lector me recuerda que, en francés, pederastia y homosexualidad son sinónimos.
Y es cierto, pero no sólo en francés, sino también en español. La actual edición del Diccionario de la Real Academia (seguro que les obligarán a cambiarlo) mantiene las dos acepciones del término pederastia. La primera: Abuso sexual cometido con niños. La segunda: Sodomía.
Por cierto, la vigésimo primera edición del DRAE era más políticamente incorrecta aún. Primera acepción: Abuso deshonesto cometido contra los niños. Segunda: Concúbito entre personas del mismo sexo o contra el orden natural, sodomía.
Sí, desgraciadamente, pederastia y homosexualidad son dos formas de llamar a la misma canallada. Por cierto, ¿cuánto creen ustedes que tardaremos en defender la pederastia como ahora defendemos la homosexualidad? ¿Años, meses o semanas?
Por cierto, otros lectores demuestran que algunos se han creído la tontuna de que se nace homosexual. No, se nace natural, es decir heterosexual. Se puede nacer, eso sí, con tendencias homosexuales, por razones fisiológicas, hormonales y por razones psicológicas, es decir, por vivencias, especialmente durante la niñez. No podía ser de otra forma, dado que el hombre es una mezcla de fisiología y psicología (lo que demuestra, de paso, la estupidez de ese maravilloso concepto que se ha inventado la progresía cientifista: el alma neuronal).
Pero ojo, resulta que el ser humano, para bien o para mal -algunos pensamos que para bien, a pesar del dolor que produce- es un animal fisio-psicológioco y, además, libre. Por tanto, puede resistir las tendencias en orden a la ley natural, que es como los filósofos llaman a lo que el común de los mortales catalogamos como sentido común. Por tanto, la homosexualidad se puede resistir. Yo mismo, experimento una fiera tendencia a refocilarme con todas las señoras de buen ver que contemplo por la calle, pero soporto esas tendencias por ley natural y para que no me arreen un sopapo. Y también tengo una natural tendencia a ser millonario, pero resisto la a veces irrefrenable tentación de asaltar un banco (especialmente si es una sucursal del Santander) por respeto a la ley natural y para evitar el trullo, que es un lugar muy desagradable. Lo que no se me ocurre es convertir mis instintos en norma moral y luego exigir respeto a mis tendencias, es decir, a mis instintos.
No, el mundo gay no es natural. Y prueba de ello es que no es nada gay (alegre). Por el contrario, es compañero de viaje de la tristeza, la amargura, la fugacidad y la desesperanza. Al homosexual no hay que animarle sino a abandonar su estado y recuperar la alegría.
Eulogio López