Ahí los tienen, los siete, muy sonrientes. De izquierda a derecha: El presidente de Caja Rioja, Fernando Beltrán; el presidente de Caixa Laietana, Jaume Porter; el presidente de Caja Insular de Canarias, Juan Manuel Suárez del Toro; el presidente de Bancaja, José Luis Olivas; el presidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps; el presidente de Caja Madrid, Rodrigo Rato; el presidente de Caja Ávila, Agustín González y el presidente de Caja Segovia, Atilano Soto. Todos ellos rindiendo pleitesía al presidente valenciano, Francisco Camps, para que quede bien claro que el controvertido político del Partido Popular no ha cedido sus dos cajas de ahorros -tercera y quinta de España- a cambio de nada. La CAM se le escapó porque ahí todavía manda el zaplanismo, que, con tal de hacerle un feo a Camps, prefirió regalársela al socialista Manuel Menéndez, de Cajastur. Pero Bancaja sólo sería absorbida por Caja Madrid en el caso de que la futura caja tuviera la sede en Valencia.
En cualquier caso, en las siete cajas fusionadas debe mandar, como es lógico, Rodrigo Rato, el presidente de la más grande. Su plan, junto al del presidente de Bancaja, José Luis Olivas, consiste en presentar a final del mes de julio el organigrama funcional de la nueva SIP, es decir, del nuevo banco, sin nombres propios. El Banco de España lo aprobará y, a partir de ahí, en septiembre, por fin, se conocerá el organigrama directivo definitivo.
Así que, como a la fuerza ahorcan, las dos piezas clave del organigrama directivo de Caja Madrid, Matías Amat e Ildefonso Sánchez Barcoj, se han tranquilizado. Saben que tendrán que esperar. Ildefonso por ejemplo, sabe que, en el mejor de los casos, tendrá que esperar para arrebatarle la red de sucursales a su colega Matías Amat que no podrá hacerse con la red de sucursales.
Eulogio López
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