El lunes 12 informábamos que, según los cálculos del Instituto de Política Familiar, de seguir con el actual ritmo de crecimiento anual del 10% de las rupturas matrimoniales, dentro de seis años estas se producirían cada 2,6 segundos, cuando debía decir cada 2,6 minutos. La diferencia es importante, aunque la denuncia es la misma: España avanza peligrosamente hacia la disolución del vínculo que otorga estabilidad individual y social. Y lo peor: las autoridades no sólo no observan el fenómeno con preocupación, sino que apuestan por agilizar los procesos de ruptura para atender la creciente demanda social. Impresionante miopía política.