Por una parte, mantiene el divorcio Express, que devalúa el compromiso entre los cónyuges (y esto es mucho más grave que el gaymonio). Recuerden las palabras marmóreas de Teresa Fernández de la Vega al presentar en sociedad ese proyecto de ley: "A nadie hay que pedirle razones para divorciarse". Como que no hay que pedirle razones si se comprometió -por lo religioso, lo civil o lo militar- a una serie de cosas con su cónyuge al matrimoniar. Por ejemplo, a la fidelidad.
De otro, el problema de la familia española son los hijos: la sociedad occidental se muere por falta de hijos, por consunción. Y se morirá si no se introduce el salario maternal, que no es una prestación pública sino una cuestión de justicia. El Foro de la Familia lo solicitaba anteayer: o ayudamos a los padres a mantener a sus hijos o esto se va al garete.
Y eso, el Gobierno de Mariano Rajoy ni se lo plantea.
Eulogio López
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