Quizás por ello, el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, está dispuesto a retrasar la ejecución de la condena del sistema laboral, de la vida, hasta los 18 años, cuando ya los adolescentes estén suficientemente preparados para afrontar el suspenso de la vida. No obstante, por el momento, la Junta de Andalucía realiza su benéfica labor terapéutica aprobando suspensos.
Desengáñense. La única forma de salvar del trauma a toda una generación consiste en suprimir las calificaciones, las nefandas notas, pesadilla del niño desde el jardín de infancia que, por lo demás, no hace otra cosa que sembrar para promiscua competitividad en el alma de nuestros pequeñines.
Todos aprobados. ¡Qué digo: todos matrícula de honor! Desde el jardín de infancia al master universitario. Y así, el río de la educación progresista fluirá por las veredas homologando a todos, y todas, en la más perfecta de las igualdades.
¿Qué se apuestan a que los del manifiesto de la ceja apoyan mi moción?
Eulogio López
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