En aquella guerra injusta, George Bush consiguió una treintena de países aliados, pero todos en la posguerra: sólo uno se comprometió con el envío de tropas hasta sufrir las correspondientes bajas: el Reino Unido. Pues bien, Tony Blair fue reelegido, aunque con menos votos, como premier británico.
En España, aliado político y de posguerra, el resultado fue el opuesto. El atentado del 11 de marzo derrocó al Partido Popular y entronizó a los socialistas, con un Rodríguez Zapatero que estaba dispuesto a dimitir el día 15. Y no sólo eso : la diferencia entre el PSOE y el PP, con algún ligero altibajo no ha hecho más crecer. Ahora, la última encuesta del CIS revela que el ganador del debate fue Zapatero, no Rajoy. Los españoles creen que el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, ha adoptado un perfil duro, le consideran más radical que Zapatero, menos sensible e incapaz de encajar las críticas.
Lo de radical tiene mucha miga, si consideramos que Zapatero ha sacralizado el matrimonio gay, se ha negado a hablar con la mayoría que le pide la enseñanza de religión, está situando al país en un conflicto territorial sin precedentes, perseguido a la religión mayoritaria en el país, está permitiendo el desmembramiento empresarial y amenaza con aborto libre y eutanasia. Sin embargo, los españoles le perciben como moderado y le aplauden por ello. Es decir, en España triunfa justo lo contrario que en el mundo anglosajón.
Durante el Debate sobre el Estado de la Nación, Zapatero insistió en que lo importante en política son las formas. Tenía toda la razón, aunque conviene matizar: en política, lo importante es el fondo, pero se gana con las formas. El CIS lo demuestra, y Rajoy está abocado a ceder el testigo.
Eulogio López