Y la razón es que hay empresas -cita a Repsol- españolas allí. Es el concepto que el bolivariano tiene de las inversiones extranjeras: son rehenes.
Lo cual no es importante. Todos los tiranos hacen lo mismo desde que existen tiranos en el mundo: chantajear. El problema es cuando enfrente se encuentra a un contrario dispuesto a dejarse chantajear. A fin de cuentas, ¿qué diferencias hay entre el payaso bolivariano y el canciller Moratinos que se revuelve contra la oposición y asegura que no tiene sentido de Estado porque en Venezuela hay 150.000 españoles y muchas empresas? Es decir, el Gobierno español acepta que los ciudadanos españoles son rehenes y que enfrentarse al tirano que amamanta terroristas y libera mala uva pone en peligro a españoles y empresas españolas. Es lo que se llama Síndrome de Estocolmo.
La prueba del nueve: ¿Contaría el Gobierno español los ciudadanos venezolanos que residen en España? ¿Advertiría Chávez de la necesidad de emplearse con prudencia dados los venezolanos que viven en España?
Pero hay otra prueba de la cobardía, del Síndrome de Estocolmo del Gobierno español. Y es que Moratinos se comporta como los afectados por el precitado Síndrome de Estocolmo, que se someten a su torturador mientras se revuelven contra la policía, contra quien puede salvarles.
Mientras tanto, si yo fuera Repsol, abandonaría Venezuela, aunque la Franja del Orinoco constituya la mayor reserva de crudo del mundo. No hay petróleo que valga tanta humillación, tanta inseguridad, tanto secuestro.
Eulogio López
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