José Manuel Martínez ha conseguido su sueño repartiendo un fondo mutual que es la décima parte de la capitalización bursátil. El caso MAPFRE demuestra que los mutualistas no se sienten propietarios, sino clientes: sólo el 0,03% ha reclamado el dinero
José Manuel Martínez, el hombre fuerte del sistema MAPFRE, la principal empresa de seguros española, se ha salido con la suya y ha convertido una mutua en una sociedad anónima. Incluso lo ha conseguido por mucho menos dinero del que pensaba emplear. De hecho, no va a repartir ni 100 euros, sino 73, 4, a aquellos mutualistas que no quieran convertirse en accionistas. El éxito de Martínez ha sido tal que tan solo 1.825 mutualistas de 5,2 millones han acudido a la conversión. Con ello queda demostrado que los mutualistas de cualquier mutua- no se sienten propietarios, que es lo que son, sino meros clientes. No obstante, Martínez se encargó de que la histórica conversión de MAPFRE fuera aprobada en una asamblea a la que acudieron los de siempre: empleados de la firma.
Hagamos las cuentas. El ente que cotiza en bolsa, la Corporación MAPFRE, -seamos indulgentes y obviemos el discutible hecho de que la Corporación represente a todo el Sistema MAPFRE- vale en bolsa 3.777 millones de euros. Sin embargo, el fondo mutual que reparte la dirección se queda en la décima parte, para ser exactos en 380 millones de euros. Dado que sólo acuden a la conversión por las razones antedichas 1.825 mutualistas, la conversión, que de otra manera podría haber significado la disolución de todo el grupo, le sale a José Manuel Martínez por la irrisoria cantidad de 133.000 euros. Así ya se puede convertir. MAPFRE ha vendido su conversión como un síntoma de modernidad, pero lo cierto es que el sistema mutual responde a lo que ha venido en llamarse la tercera revolución industrial, es decir, aquella donde quien manda es el cliente. En la SA mandan los accionistas.