De César Vidal podría decirse que si leyera todo lo que escribe sería un tipo muy culto. Yo tengo mis dudas, porque la primera condición de la sabiduría es la coherencia. Los periodistas, gente que leemos menos que escribimos y hablamos, lo sabemos muy bien. A nada tememos más que a las hemerotecas, delatoras impertinentes de todas nuestras incongruencias.

De repente se ha conocido una obra escrita por Vidal en 1994, bajo el título El mito de María. Es verdad que no lo he leído, pero las tesis quedan muy claras en el resumen promocional que publicábamos en nuestra anterior edición:

Santa María, según Vidal, es un mito, derivado de las diosas de la antigüedad (originalísimo, Vidal, en este punto). Por el mismo precio, María tuvo otros hijos (tesis que no figura en el libo pero que Vidal sostiene, seguramente fiado en fuentes de toda solvencia, como Dan Brown). O sea, que ni Virgen, ni Inmaculada, ni Asunta, ni nada de na.

Ahora bien, el problema es grave, porque si María es un mito, su concepción virginal también lo es, con lo que Cristo no sería Dios, sino sólo hombre. 500 años de concilios, tradición y patrística le costó a la Iglesia aclarar que quien decía que Cristo era sólo Dios se equivocaba, lo mismo que quien le asignaba el papel exclusivo de ser humano. Cristo tenía las dos naturalezas en grado sumo.

El argumento se desarrolla ante el infinito. Porque éste es el busilis de la doctrina cristiana, de la fe, de la verdad y de la teología entera: que tiene la flexibilidad del agua para adaptarse a la historia del hombre pero al mismo tiempo es tan compacta como el agua embalsada; basta el más pequeño agujero para que todo el contenido se desparrame y no quede absolutamente nada.

Porque claro, si María es un mito, Cristo también lo es. Uno y otro figuran en el mismo Evangelio que, por cierto, es el libro más documentado de la historia. Es igual: si María es un mito, Cristo es un mito, y el Evangelio, y con él el dogma, y con el dogma el Magisterio, y con el Magisterio la ortodoxia, con ella también son mito los sacramentos, con ellos la liturgia y la oración. El trato mismo con Dios es mito y leyenda. El Cristianismo se acepta o se rechaza en su totalidad: las vías intermedias suelen ser mediocres, más que nada porque hacen agua en dos minutos.

Uno sabe que los protestantes siempre le han tenido paquete a Santa María, quizás porque todo el protestantismo nació de un acto de soberbia, y la feminidad inmaculada de María es, antes que nada, eso : humildad en estado puro. Quizás por ello un pueblo tan soberbio como el español (conste que estoy hablando de un defecto, no de una virtud) le ha entronizado, pero esta vez, el hombre que sabía demasiado, se ha pasado dos pueblos.

Para nuestros amigos hispanos, que tantas veces nos confiesan su perplejidad por lo que ocurre en España, ahí va otro ejemplo : Sí, César Vidal es una de las dos estrellas de la cadena COPE, la única emisora confesional que existe en España, propiedad de la Conferencia Episcopal. La otra estrella es Federico Jiménez, agnóstico.

Ambos pueden quedarse tranquilos: nadie les va a cambiar, por muy agnósticos o blasfemos que se muestren. Horas después del escándalo, hablaba con un alto cargo de COPE que con gran regocijo me respondió:

-No pasa nada, es un libro del 94.

O sea, lo del Holocausto, que ha dejado de tener importancia porque ocurrió hace mucho más tiempo que lo de César Vidal.

Esta pareja, FJL y El hombre que sabía demasiado, ha logrado algo estupendo : ha conseguido imponer el nuevo mandamiento de la nueva derecha, que podríamos resumir así: Apostrofarás a ZP todos los días. Y no es que discrepe de la propuesta, no. Lo que ocurre es que, al menos por el momento, no lo elevo a la categoría de mandamiento. Me conformo con el Decálogo tradicional.

Yo lo único que me pregunto es: ¿Por qué estas cosas nunca le pasan a Jesús Polanco? E insisto, no tienen de qué preocuparse los fans de FJL y don César: a pesar de los rumores que ambos se encargan de hacer correr, sus contratos van a ser renovados. Los pobres no se dan cuenta de que son FJL y Vidal quienes necesitan a la COPE, no al revés.

Eulogio López