EL HOBBIT. LA BATALLA DE LOS CINCO EJERCITOS

Peter Jackson cierra de forma adecuada la trilogía que trasladaba al cine el relato de  El Hobbit, de J.R.R. Tolkien.

Como toda la obra de Tolkien, esta tercera entrega de El Hobbit gira alrededor de la lucha entre el bien y el mal, profundizando en aspectos positivos como la amistad y la lealtad, y negativos como el mal que genera la codicia. Jackson -en colaboración con sus habituales guionistas, Fran Walsh, Philippa Boyens y Guillermo  del Toro-, ha incorporado elementos de los "Apéndices"  para transmitir, en pantalla, un relato más  adulto y oscuro que el de El Hobbit literario. En este apartado, también han sido inteligentes al minimizar las libertades de argumento que se habían tomado en La desolación de Smaug o, lo que es lo mismo, el improbable romance entre la elfa Tauriel y el enano Kili.

El Hobbit. La batalla de los cinco ejércitos arranca segundos más tarde del desenlace de

La desolación de Smaug: con el temible dragón atacando la Ciudad del Lago mientras la compañía comandada por Thorin, "Escudo de Roble", asiste impotente (desde la montaña) a este castigo propiciado por haberse introducido en los dominios de la peligrosa criatura. A partir de aquí, Thorin se convertirá en un codicioso rey de la montaña, lo que le llevará a enfrentase por el tesoro a humanos y elfos… Hasta  que un enemigo común les hará unirse en un mismo bando…

En esta tercera entrega tan impresionante resulta la recreación digital de Smaug como la de los jefes de los temibles orcos, lograda por captura de movimiento. Aunque lo mejor son los dos grandes enfrentamientos que vemos en La batalla de los cinco ejércitos: por un lado el feroz ataque de Smaug contra la Ciudad del Lago y, por otro, la lucha que da nombre a esta película, que dura la friolera de 145 minutos…

Todo ello hace que podamos afirmar que Peter Jackson cierra de forma más que adecuada esta trilogía que, por cierto, enlaza (como una maquinaría de reloj bien engrasada) con el comienzo de El Señor de los anillos.