Hablamos de José María Roldán, director general de Regulación del Banco de España, el que fuera jefe de Gabinete de Rodrigo Rato en la Vicepresidencia económica de Aznar, consejero de la CNMV y presidente del Comité de Supervisores Bancarios de la Unión Europea. Un hombre al que siempre se ha ligado al Partido Popular y al que el Gobierno socialista tiene muchas ganas.
Pus bien, Roldán cometió el error de llevar adelante casi en solitario, la Circular 4/2004 sobre adaptación de las nuevas normas contables internacionales (NIC). Le ayudó un grupo de expertos de la entidad así como inspectores de la entidad, pero el trabajo menos técnico se puede decir que lo hizo en solitario.
El problema viene ahora, cuando bancos y cajas de ahorros no dejan de llamar a consultar. Ocurre que ni Roldán puede despachar las decenas de consultas que llegan ni los inspectores están convenientemente preparados para responder a las dudas, que en ocasiones significan mucho millones de euros en una u otra partida del balance. Al final, la mayoría de los requeridos han decidido responder a bancos y cajas aquello tan bonito de póngamelo por escrito. En principio por tentarse las ropas y blindarse jurídicamente, pero también porque, sencillamente, los criterios no están claros y no saben a qué atenerse.
Al mismo tiempo, el desánimo ha cundido entre los jefes de inspección del regulador. Estamos en la etapa final del mandato como gobernador de Jaime Caruana, que cesa dentro de un año. El Gobierno Zapatero quiere entrar en tromba en el poderoso casón de La Cibeles, y personajes como Roldán, al que, justa o injustamente han colocado una etiqueta política, pero también muchos de los directivos, no esperan sino una noche de los cristales rotos, donde el Gobierno entre a saco en el instituto emisor y se proceda al baile de puestos y a cerrar las vías de ascenso profesional de los adversarios. El hecho de que Gonzalo Gil, el subgobernador, hombre criado a los pechos del ex gobernador Luis Ángel Rojo, y por tanto considerado más proclive al PSOE, pueda suceder a Caruana, no consuela a nadie. Además, está por ver si la ley permite a un subgobernador renovar como gobernador. Es discutible pero, en cualquier caso, no se dio el precedente de Miguel Martín, subgobernador de Luis Ángel Rojo.
Además, en el Banco de España existe la convicción generalizada de que cuando se vaya Caruana, el papel de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, codirigida por dos socialistas de pedigrí, como Manuel Conthe y Carlos Arenillas, va a tomar más protagonismo, en detrimento del Banco de España, otra razón para que en el Banco de España nadie quiera esforzarse más de la cuenta.
En cualquier caso, las nuevas normas contables han dado lugar a quejase las entidades y, de paso, un argumento más para la hora en que los enemigos de Caruana (en Economía especialmente los dos secretarios de Estado, Miguel Ángel Fernádez Ordóñez y David Vegara) tengan algo que achacar a aquellos directivos que intentan desbancar. Un argumento muy simple: para Mafo y Vegara: la disparidad de criterios sobre las nuevas normas contables ha servido para que muchos asesores externos se forren.
Da lo mismo : los argumentos siempre interesan, pero son lo de menos. Lo importante es que el Gobierno prepara, con un año de anticipación, el asalto al Banco de España. Mientras tanto, cualquier cosa es posible: hasta la fusión de la CNMV y el BE. Al vicepresidente Solbes no le gusta, pero eso no significa que no pueda producirse.