El Gobierno prosigue con su estrategia de ataque a la Iglesia
Muy cachondo estuvo el presidente Zapatero en un reciente desayuno informativo. Tras afirmar que mantenía muy buenas relaciones con el Nuncio de Su Santidad, señaló que tenía pendiente tomarse un "caldo" con él. Pues bien, en Moncloa afirman que el presidente está muy ocupado y que el caldito tendrá que esperar hasta por lo menos después de las elecciones.Después, llama la atención que ZP no quiera revelar sus convicciones íntimas. En la entrevista de El Mundo se acogió a su derecho constitucional a no revelar su confesión religiosa o convicciones morales íntimas. Algo que no hace Blanco que dice ser cristiano, pero incómodo con esta jerarquía. ¿Masón quizás? ¿Qué hacía el ojo masónico en la portada de Público anunciando que el Gobierno revisaría la Ley de Libertad religiosa?
Por lo demás, esta polémica le está sentando muy bien al Gobierno. La prueba es que es el mismo ZP quien saca a la luz sus divergencias con Mons. Rouco y García Gasco. Y la cascada de reacciones continúan, señal inequívoca de que el enfrentamiento con la jerarquía les viene bien. Solo hay un detalle: no se enfrentan a la jerarquía, sino al pueblo fiel, que fue quien convocó el acto del 30-D. Hay muchos católicos votantes del PSOE. Y ese voto se puede evaporar.