Sr. Director:

De entre todas las cosas que cada día leo en los periódicos u oigo por la radio algunas me molestan, otras me indignan, casi todas me preocupan   y con muchas, debo confesar, me entra la risa. Pero hay unas cuantas que me infunden todos estos sentimientos a la vez.

Pero ¿por qué tiene el Estado que decidir lo que mis hijos tienen que pensar, opinar y decir para poder ser considerados buenos ciudadanos?, esa asignatura que no recuerdo bien si se llama Manipulación de la ciudadanía, Exaltación del espíritu nacional o Educación para el borreguismo, pretende ser, como indica la propuesta de la Universidad Carlos III y la Fundación CIVES, el mínimo común que una a la sociedad española para una convivencia pacífica y armoniosa. Eso sería así, claro, si a todos nos pareciera estupenda su opinión y su visión de la vida, pero es que a mí no me lo parece, a mí me convence más la opción que ellos quieren eliminar, la del bienestar social basado en amar al prójimo como a ti mismo, si todos intentásemos, al menos intentásemos, vivir eso, entonces sí habría paz social, bienestar, solidaridad, tolerancia y todo lo que usted quiera. ¿Qué mejor ciudadano puede haber que el que vive para los demás con generosidad, alegría y espíritu de sacrificio?

Señores, enseñen a nuestros hijos el valor del esfuerzo, del sacrificio, del sentido de la responsabilidad, de la alegría de dar y darse a los demás y entonces acabaremos con el fracaso escolar y, de paso, con el acoso escolar y los embarazos entre adolescentes.

Leonor Tamayo

leonor.tamayo@wol.es