El genocidio de Ruanda, que enfrentó a tutsis y hutus a mediados de los años 90, había sido anteriormente retratado con bastante acierto en películas como Hotel Rwanda. Pero, en el contenido de Disparando a perros encontrarán algo más que un mensaje de denuncia porque uno de sus protagonistas (magistralmente interpretado por John Hurt) es un sacerdote católico capaz de aportar esperanza en medio de la barbarie. Por ello, este largometraje pone de manifiesto algo que callan habitualmente los medios de comunicación: cuando se recrudecen los conflictos armados y se produce la desbandada de occidentales, los últimos que salen del lugar o simplemente que se arriesgan a permanecer en él son los misioneros.
Disparando a perros está basada en un hecho real: el cruel asedio que sufrió una escuela de secundaria de Ruanda que, a la vez, servía de cuartel general de los cascos azules de la ONU. En ese enclave se refugiaron 2500 tutsis y su historia es uno de los episodios más trágicos de esa cruenta guerra. La película, muy emocionante en su desarrollo, produce un sinfín de reflexiones. Por un lado es un claro homenaje a todos los misioneros, representados en la película por el valeroso padre Christopher, pero no sólo se queda ahí, Disparando a perros también realiza una ajustada crítica a la "pobre" labor de los cascos azules en zonas de conflicto (pueden vigilar pero nunca disparar a nadie si no son atacados directamente). Igualmente este drama recuerda a las claras la indiferencia que adoptó el mundo occidental ante aquellos hechos fatídicos a pesar de que se calcula que murieron alrededor de unas 800.000 personas.
Con esta película, el periodista David Belton (guionista y uno de los productores) pretendía recuperar la memoria de un sacerdote católico bosnio Vjeco Curic que le ayudó a escapar de Ruanda, en pleno conflicto bélico, y del que posteriormente le llegaron noticias de que había sido asesinado en Kigali, siguiendo la misma suerte que otros miles de ciudadanos ruandeses.
Disparando a perros es durísima de contemplar pero de obligatoria asistencia.
Para: Los que quieran ver una buena película y, además, palpar de primera mano la gran labor que realizan los misioneros esparcidos por todo el mundo.