El diálogo que se establece entre dos personas, no sólo no dispuestas a ceder, sino remisas a encontrar la parte de verdad del adversario, no sirve para nada. Respetar al otro no consiste en abstenerse de romperle la crisma. Desde que todos hemos sido educados en colegio de pago, el respeto el respeto ahora mal llamado tolerancia- consiste, no en evitar llegar a las manos sino en aceptar la parte de verdad que pueda haber en la postura del adversario. No se dialoga porque sí, se dialoga para algo, para llegar a un acuerdo, que es la mejor forma de no dirimir las disputas a golpes o mediante la rendición impuesta de uno de los contendientes. El diálogo por el diálogo no es más que un diálogo de besugos.

Que es el que mantuvieron Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, y que cerró el año político en la mañana del pasado viernes 22 de diciembre. Cerró el año pero, ante todo, resumió el año político.

Cada vez hay más españoles que dibujan mejor a su presidente del Gobierno : ignorante pero astuto, dialogante pero rencoroso, sonriente pero empecinado, tolerante pero susceptible, más amigo de formas que de fondos, sectario hasta la náusea y, en resumen, un personaje siniestro. Si no fuera porque en 2006 la renta per capita decuplica a la de 1936, ya estaríamos en otra guerra civil. Pero como esta es la muy satisfecha sociedad de la información, lo único que tenemos es una guerra informativa, o lucha de la verdad contra la simulación y el embuste. ZP camina hacia la dictadura por la senda de la democracia. Es, en efecto, el revival de la II República española (por el contrario, Llamazares representa a la I República, mucho más divertida e ideológicamente mucho más profunda).

Enfrente, este personaje siniestro tenía a Mariano rajoy, líder de la más o menos leal oposición, al que podríamos definir como un frívolo de mucho cuidado. El PP no tiene tan malos asesores de imagen como pudiera parecer, porque, de otra forma, Rajoy podría presentarse ante la parroquia como Mister No: No a la mesa de partidos, no a la presentación de Batasuna a las elecciones, no a cualquier reunión con el entorno ETA Probablemente sean buenos esos noes. Ahora bien, ¿Dónde están los síes? Porque la política, o se hace en positivo, o sólo es ruido mediático. Rajoy es tan frívolo que si le hablas de servicio al público te mira con sorna galaica, y si el hablas de principios ordenará elaborar una ponencia para el próximo congreso del partido. Y aceptará todos los puntos de dicha ponencia, diga lo que diga, con tal de que no rompa el partido es decir, mientras no ponga en peligro su liderazgo- y con tal de que su redacción resulte lo suficientemente ambigua como para tener las manos libres.

Es evidente que ninguno de los dos quería llegar a acuerdo alguno, porque están mejor en el enfrentamiento. Y creo que esto no resume el encuentro del pasado día 22, sino el de todo un año político, el de 2006.

Se me puede decir que es muy duro catalogar de siniestro a ZP y de frívolo a Don mariano. Lo acepto. Pero díganme: tras leer el titular, ¿a que ninguno de ustedes ha dudado acerca de quién era el siniestro y quién el frívolo?

Eulogio López