Sr. Director:
Siento vergüenza ajena al ver cómo algunos políticos, catalanistas ellos, aseguran tan campantes que sólo acatarán una sentencia favorable al Estatut y amenazan con graves rupturas nacionales, y al Gobierno del Estado presionando a los miembros del Tribunal Constitucional y queriendo, de pronto, renovarlos porque no dijeron lo deseado, y no permiten cumplir una promesa hecha de manera irresponsable.

 

Por otra parte, un principio elemental de la democracia es la separación de poderes, y en el caso Garzón (con su coro mediático anejo), estamos viendo el respeto que le tienen algunos (algunos muy representativos, quiero decir) al Tribunal Supremo y al imperio de la ley.

No olvidemos que las sociedades sólo se sostienen sobre lo sagrado. Incluso la democracia más positivista y laica ha de construirse sobre una base sólida para no acabar flotando en el éter de la vacuidad, dando volteretas. Las reglas de juego, los principios básicos y los derechos fundamentales, la soberanía, el Estado de Derecho, etc. son el conjunto intocable del que depende la libertad de todos.

La situación en la que están metiendo a nuestra democracia ¿es fruto del relativismo zapaterista?

José Morales Martín