Durante la primera semana de septiembre han tenido lugar encierros, paros y manifestaciones, que aún continúan, de los mineros de las minas de carbón del Norte de España (Palencia, León).
Los mineros no pedían que la empresa les aumente el salario, sino que les paguen lo que les deben y, especialmente, piden a la Administración que haga los trámites necesarios para que la empresa pueda vender el carbón que ellos obtienen de la mina. El mayor peligro para el mantenimiento de su lugar de trabajo es que la empresa se vea obligada a cerrar las bocas de las minas, por ello los encierros no van contra la empresa sino que llaman la atención a quienes permiten una competencia desleal y no valoran el esfuerzo del muchos mineros por mantener su lugar de trabajo y no verse obligados al paro o a la deslocalización de su familia.
Unos días antes, unos compañeros de FSIE (Federación de Sindicatos Independientes de Enseñanza), sindicato que agrupa a profesionales de la enseñanza privada y privada concertada, mantuvieron una reunión con el Responsable de Centros Concertados del Departamento de Educación de la Generalitat de Cataluña.
Al funcionario no le cabe en la cabeza que nuestro sindicato se preocupe por la viabilidad de los centros concertados. Tal vez su ideología no le permite entender que entre los objetivos de un sindicato esté que cada trabajador disponga de un puesto de trabajo y que lo mantenga. Si la empresa se hunde el puesto de trabajo se pierde. Seguramente el Responsable de Centros Concertados piensa que su encargo consiste en conseguir que estos centros desaparezcan. ¿Qué será entonces de los miles de trabajadores? ¿A engrosar las listas del paro?
Como en el caso de los mineros del Norte, en la escuela concertada, uno de los objetivos de sus sindicatos ha de ser el de mantener los puestos de trabajo, para lo cual es necesaria la viabilidad de las empresas, eso, aunque no lo entiendan quienes piensan que la enseñanza debe estar sólo en manos públicas. Lo nuestro no es sólo ideología, es sindicalismo del bueno.
Javier Rodríguez Fraile