La vicepresidenta primera, Mª Teresa Fernández de la Vega, manda. El vicepresidente segundo, Pedro Solbes, no. No es un problema de organigrama, sino de mando. Y la vice, manda. Tanto, que se arrogado la interlocución con la oposición en asuntos de Estado, salvo en materia antiterrorista, donde la interlocución la asumirían ambos. De esta manera se aligera la agenda del presidente Zapatero, suponemos.
Mientras tanto, Solbes sigue humillado tras los continuos quiebros de su presidente. Cada vez que Zapatero abre la boca, Solbes se echa mano de la cartera, dicen en los mentideros. ¿La última? La subida de sueldos de los militares. Todo un órdago de Bono al que Solbes se opuso sin especial eficacia.