El presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, quiere cambiar el estatuto de las cajas de ahorros, para evitar injerencias políticas. El abajo firmante preferiría que las cajas se ahorros se vieran libres de injerencias económicas, es decir, de especuladores, pero hay que reconocer que d. Mariano se sitúa, en plena OPA GN-Endesa, en el luminoso terreno de lo ambientalmente correcto. Porque, vamos a ver, ¿a quién le gustan las injerencias políticas? Con lo mal visto que están los políticos. La economía, por el contrario, está muy bien vista (la economía, no los millonarios). Lo económico es lo profesional, mientras lo que lo político, ¡ay horror!, es corrupción, hipocresía, maldad infinita. Y si cuela, cuela.
Los partidarios de cambiar la naturaleza de las cajas de ahorros (existen muchos partidarios en el propio sector, créanme) afirman que en una sociedad anónima, por ejemplo, los bancos, los accionistas controlan al equipo rector, mientras que las cajas, al carecer de titulares, son blanco fácil para los políticos de turno, en este caso para las comunidades autónomas.
Ahora bien, quien haya asistido a una Junta General de Accionistas de, pongamos por caso, el Banco Santander o el BBVA, podrán saborear cómo y cuánto vigilan, controlan los propietarios-accionistas a don Emilio Botín y Francisco González. Que acuden a la Junta representando a pongamos un 70 u 80% del capital. A ver, recordemos la verdad palmaria del antiguo CEO de la City, John Reed: Yo primero rindo cuentas a los gestores de fondos, luego a la prensa y en tercer lugar, muy en tercer lugar, a los accionistas.
Y no se trata tan sólo del papel de las cajas de ahorros como benefactores sociales, a través de su OBS (Obra Benéfico-Social). No. El papel más importante que ahora mismo juegan las cajas de ahorros en España no es el de filántropos, sino el de sostenedores de grandes empresas estratégicas, papel discutido con la actual OPA de Gas Natural sobe Endesa.
Todo el mundo, salvo aquéllos que sólo reconocen una patria romántica, alejada de los intereses de las personas que componen la susodicha patria, consideran que es bueno para un país mantener la sede social, donde se toman las decisiones de inversión y de creación de puestos de trabajo, en el territorio nacional y en manos de nacionales. En España, esa tarea la realizan las cajas de ahorros, entidades que, precisamente por no ser SA, no son opables. Y eso es, precisamente, lo que el Fondo Monetario Internacional de Rodrigo Rato pretende suprimir de un plumazo. Al parecer, resulta poco liberal que La Caixa o Caja Madrid, por ejemplo, posean empresas.
Ahora bien, ¿qué hacen otros países? En efecto, lo de las cajas como soporte industrial es propio de España. En Francia por ejemplo, son mucho más simples: esas empresa estratégicas son estatales, un sistema mucho más antiliberal pero mucho más sincero, más franco. En Alemania las grandes empresas no son del Estado, no señor, son de las comunidades autónomas, es decir, de los pequeños estados que conforman la nación alemana. En Italia, el sistema es mucho más italiano: las cajas pertenecen al convolutto, a la casta político-empresarial (¿qué es Berluconni: un político o un empresario?) y la protección está asegurada, como bien sabe el BBVA. Se me dirá que en el Reino Unido y en Estados Unidos, precisamente los dos países que han privatizado por las buenas las cajas de ahorros, las empresas sí están en manos del mercado. No, en Estados Unidos y en el Reino Unido, los reyes del capitalismo, sus grandes empresas están en manos de la bolsa, del mercado financiero, es decir, de los grandes fondos de inversión, de pensiones y de capital riesgo regidos por norteamericanos e ingleses. Es decir, que las grandes multinacionales norteamericanas y británicas están en mano de los especuladores norteamericanos y británicos. Y estos especuladores también tienen patria o, al menos, intereses. Y son muy suyos. Y su liberalismo global salta por los aires, cuando, pongamos por caso, una empresa china, petrolera o constructora, afirma que, en aras del preciado liberalismo, quiere hacerse con una empresa estadounidenses sicut erat demostrandum.
En otras palabras, lo mejor de la OPA de Gas Natural sobe Endesa es que se forma una empresa española más grande y menos opable, en el sector más estratégico de todos. No es casualidad que los depredadores extranjeros que pretenden hacerse con Endesa e Iberdrola sean la francesa EDF, monopolio estatal, las italianas ENI y ENEL, mayoritariamente estatales, o las alemanas EON y RWE, participadas por los länder, o las portuguesas EDP y GALP, ambas dependientes del Gobierno de Lisboa.
En otras palabras. Menos mal que detrás de Endesa está Caja Madrid y menos mal que detrás de Gas Natural o Repsol YPF está La Caixa. Esto es, precisamente, lo mejor de la OPA de GN. Lo peor, ya lo he dicho reiteradamente: las condiciones de La Caixa y el vergonzoso partidismo del ministro Montilla y de Manuel Conthe y la CNMV. Tanto es así, que si la OPA fracasa, por el momento está fracasando, habrá que arbitrar nuevas medias para salvaguardar la españolidad de Endesa, Iberdrola, Unión Fenosa. Es mucho lo que está en juego.
Por eso, cuando el señor Rajoy habla de cambiar la naturaleza jurídica de las cajas de ahorros debiera pensar en el berenjenal en el que se mete, en la solemne tontería que está diciendo.
Como todo tópico, éste, proveniente de los partidarios de la privatización de las cajas, y de que en el mundo no exista otra cosa que sociedades anónimas, tiene algo de verdad. Ahora bien, la alternativa de los privatizadores es liberar a las cajas de ahorros de las servidumbres políticas y sindicales y colocarlas en manos del mercado, sea por su conversión pura y dura en sociedades anónimas o sea a la italiana, previo paso por el sistema de Fundación-SA que acaba en la conversión pura y dura, estilo Reino Unido o Estados Unidos.
Rajoy, prenda, no siempre hay que hacerles caso a los federicos. Es más, por lo general, hay que hacer justo lo contrario de lo que ellos proponen.
Eulogio López