Sr. Director:

La maldad del aborto está argumentada en la razón. El aborto no puede estar legitimado, ni podrá estarlo nunca: es un ataque, en toda regla, a los derechos humanos, comunes a todos y, por tanto, también a los más indefensos, los no nacidos.

El aborto es la fuerza bruta del fuerte contra el débil, y eso no es socialista ni progresista;  ni popular ni liberal; ni cristiano ni humano ni razonable. Es el esperpento de la mayor degradación moral que pensarse pueda, castigado en la Iglesia con pena de excomunión "latae sentencie", es decir, inmediata. El deber de respetar la vida humana en todo momento, es de todos, y corresponde al poder público velar porque se cumpla; pero, desgraciadamente, pese a que vivimos en una democracia, los poderes políticos no protegen la vida del ser más necesitado de protección: el niño en camino; eso es de una incoherencia tremenda. El respeto a la vida humana ha de ser sin condiciones.

¿Por qué se anula la vida del más pobre, del no nacido? Porque algunos que han llegado a tal grado de materialismo que sólo valoran lo útil, se han subido al carro de las instituciones, pero no para servir sino para chupar. Esto encierra un grave riesgo: cualquiera puede ser presa del capricho de los poderosos. ¿Hemos olvidado la Historia del siglo XX? Muchos seres humanos fueron despreciados y conducidos a la muerte por antojo de los que detentaban el poder (nazismo, comunismo). Hoy les sucede igual a muchos de aquellos que no pueden hacer oír su voz: sus madres los llevan al abortorio y el poder público lo aprueba.

¿Qué es eso de que "nosotras parimos nosotras decidimos?  ¿Es justificable decidir sobre la vida de otros porque los lazos de sangre sean los más cercanos? Esa demagogia encierra la mayor monstruosidad. Matar al hijo en camino sólo tiene cabida en un negro corazón. Legalizar el aborto es totalitarismo atroz. Ejecutarlo, es carecer de entrañas. Por algo no quieren ver al niño abortado ni que nadie vea las imágenes del mayor horror. Sí, tienen en cuenta el refrán: "ojos que no ven, corazón que no siente".

Josefa Morales de Santiago

josefamorales40@gmail.com