- Soraya Rodríguez ha anunciado la intención de su partido de registrar una petición en el Congreso para que se repruebe al ministro por su discurso de "derecha totalitaria".
- No se entiende la actitud del PSOE, jamás había jugado la baza catalanista con sus políticos de Madrid.
- Durán Lleida se ha mostrado mucho más cauto al valorar las declaraciones de Wert.
- El PSOE le está haciendo el juego a CIU.
- Patxi López ha comparado las intenciones de Wert con una "especie de formación del espíritu nacional".
- Soraya Sáenz de Santamaría defiende al ministro y afirma que el Estado está para proteger los derechos de los ciudadanos, entre ellos, el de la educación.
El Partido Socialista, por medio de su portavoz, en la Cámara Baja, Soraya Rodríguez, ha anunciado su intención de registrar en el Congreso una petición destinada a que el ministro de Educación sea reprobado por su intención de recuperar una buena educación en castellano para los alumnos catalanes.
Y ha ido incluso más allá. En una entrevista concedida a la cadena SER ha manifestado que el Gobierno ha quedado desautorizado por estas afirmaciones, motivo por el cual exige su dimisión, ya que sus palabras reflejan las intenciones de "la peor derecha totalitaria".
Resulta difícil de entender que un partido supuestamente nacional, en vísperas de la festividad de la Hispanidad, arremeta contra los derechos de los españoles que quieren que sus hijos reciban una educación en el idioma del país en el que han nacido, algo que ocurre por ejemplo con la población de origen germánico del Alto Adigio, en Italia, donde los niños y jóvenes cursan estudios en italiano y alemán sin mayores problemas. El PSOE, que muy poco tiene que ganar en Cataluña, está jugando la baza catalanista, algo que puede ocasionarle un fuerte desgaste en sus aspiraciones políticas en el resto del Estado, cuando las perspectivas de sus posibilidades en Cataluña, según las encuestas, serían nefastas. Con su incendiaria petición de dimisión le está haciendo el juego a CIU.
El reprobable pecado del ministro ha sido manifestar el Congreso su interés en "españolizar a los alumnos catalanes" para que se sientan tan orgullosos de sentirse catalanes como españoles". Es decir, luchar contra el adoctrinamiento que viven las jóvenes generaciones de catalanes.
Soraya Rodríguez quiere que el Congreso reproche a Wert su discurso de "derecha totalitaria", y ha afirmado en una entrevista a la cadena SER que "quiere centralizar y españolizar, es la peor derecha y el Gobierno le mantiene y los diputados le aplaudieron a rabiar".
El lehendakari Patxi López, en una entrevista concedida a Telecinco, ha elevado el tono disparatado en las críticas al ministro de Cultura, y ha dicho que "la escuela no tiene que ser un terreno para el adoctrinamiento", al tiempo que ha anunciado que se opondrá a cualquier medida que tenga que ver con una "especie de formación del espíritu nacional".
Lo curioso del caso es que el PSOE está siendo más beligerante en este tema que los propios partidos nacionalistas catalanes. Durán Lleida, viejo zorro siempre elegante, se ha mostrado más moderado que la propia Soraya. En su red en Twitter ha dicho que Wert alimenta el independentismo en Cataluña, al tiempo que reclama prioridades distintas porque "lo preocupante es el riesgo de exclusión social" y por eso, añade, "reclamamos el pacto fiscal".
No es probable que Wert dé marcha atrás en sus afirmaciones. En declaraciones a Onda Cero ha llegado a decir que aunque el término españolizar pueda ser utilizado como alma arrojadiza, a veces "merece la pena revolver las aguas del discurso soberanista".
Soraya Sáenz de Santamaría, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, al ser preguntada por el tema, ha defendido al ministro de Educación cuando ha dicho que el Gobierno "está para defender los derechos individuales de los ciudadanos, sus libertades y derechos fundamentales" y en ese marco "está el derecho a decidir la educación que recibe". Se ha echado de menos en su larga y reiterativa respuesta una mayor mención de la palabra castellano, un término que para la clase política, con la honrosa excepción de José Ignacio Wert se ha convertido en vergonzante.
Sara Olivo
sara@hispanidad.com