Todas muestran el deseo de que en África se afiancen los valores de una paz duradera, respeto de los derechos humanos y una buena administración de los erarios públicos. También se asevera que el nonato, desde que es engendrado hasta su muerte natural, se le debe respetar la vida ya que es un ser humano trascedente.
Es arduo describir al continente africano sin apelar a términos sugestivos y dinámicos a la vez. África es como un oasis de color, sinfonía y alegría de existir. Sin embargo, ese estallido de vida y de belleza cohabita con la congoja que provocan la indigencia, el sida, la inseguridad alimenticia, la miseria y los conflictos bélicos.
El último estudio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) asevera que de los últimos 50 países con el Índice de Desarrollo más bajo, 40 son africanos.
También afirma que unos 936 millones de personas viven en África, de ellas, 315 millones lo hacen en la penuria a pesar de las ingentes riquezas del continente. 460 millones tienen dificultades para alimentarse, 50 millones pasan la hambruna crónica. 300 millones, en su mayoría aborígenes de zonas rurales, no tienen acceso a la manga de agua bebible, 313 millones están faltos de servicios básicos de higiene.
Más de 200.000 críos son empleados como soldados, esclavos domésticos o dedicados a la prostitución. Más de 78 millones de chiquillos están sin escolarizar. En África subsahariana hay 28 millones y medio de personas contagiadas por el sida, de los que el 60% son mujeres. Solo en dos conflictos bélicos, Sudán-Darfur y República Democrática del Congo se han originado 7 millones de muertes.
Por otra parte, la mortandad infantil en 16 de los 20 países del continente africano se ha reducido, según un estudio publicado por The Economist, con fuentes del Banco Mundial (BM). Gabriel Demombynes, delegado en Nairobi del BM, asevera que la estadística "representa una historia de éxito que apenas ha sido reconocida".
Según los datos verificados, desde 2005 hasta la fecha, 12 de los 16 países africanos indagados han experimentado descensos anuales del 4,4% de mortandad infantil, y tres -Senegal, Ruanda y Kenia- con el 8%.
La clave no ha sido la ayuda exterior, sino una mezcla de políticas gubernamentales apropiadas en África subsahariana. Para Demombynes se trata de la suma de desarrollo económico y políticas concretas de salud pública.
Lo que sobra a los países opulentos es patrimonio de los países indigentes. Necesitamos una liposucción mental que nos haga ser, no ya generosos, sino justos.
Clemente Ferrer
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