Vamos a dormir” les decía a sus compañeros el revolucionario francés Georges-Jacques Danton, antes de que le rebanaran el pescuezo. Para él no había nada más allá de la muerte y por tanto recurría a la elegante y fría  desesperación del snob.

El funeral civil, la ceremonia, solemne, y naturalmente histórica, celebrada en la mañana del jueves en la explanada ante el Palacio Real de Madrid, me ha recordado la sublime horterada de Danton: una ceremonia de corte masónico y con un punto ‘new-age’ que los cerca de 50.000 españoles fallecidos por coronavirus no se merecían. Un minuto de silencio, lectura de versos de Octavio Paz sobre el silencio y muchos silencios, como si la falta de palabras otorgara solemnidad al acontecimiento.

¿Los discursos del Rey los escriben en Moncloa?

Sí, el minuto de silencio es una invención masoncilla para evitar cualquier tipo de oración por los difuntos. Ahora que hablamos de minutos de silencio, ¿por qué ningún político español se santigua en los minutos de silencio? Y si de oración hablamos, recuerden que orar no es callarse, es hablar con Dios.

Vamos a dormir

Y llegó el funeral laico, consistente en un archihortera ofrenda floral alrededor del fuego purificador. Todo muy new-age. Mire usted: si lo que pretende, como hizo la masonería, es cargarse la liturgia católica me parece bien, pero no la sustituya por una liturgia laica, cursilísima, sin significado alguno, con todos los presidentes autonómicos inmolando una rosa blanca con un significado seguramente profundísimo. La muerte no se conjura banalizándola. 

Y hablando de masonería y de sus orígenes filosóficos (gnosticismo y panteísmo): no había ninguna cruz pero, miren por dónde, el escenario de todos los participantes estaba formado en círculo, SIn comentarios.

Otrosí: ¿los discursos del Rey los escriben en Moncloa? Porque todo el discurso de Su Majestad estuvo dedicado, de forma masoquista, dado que Sánchez Iglesias caminan directos hacia la III República, a justificar la desastrosa gestión del Gobierno frente al coronavirus: todas las tesis de Iván Redondo puestas en fila en un corto y desangelado discurso regio (quizás era el silencio).

El Gobierno aprovecha el histórico acto para blanquear su gran mentira sobre la cifra real de fallecidos

Halagos varios a las víctimas presumiéndoles una tolerancia, solidaridad y demás valores progres que… a lo mejor las víctimas no habrían aceptado. Morir por el Covid-19 no es agradable y poco consuelo aporta el convertirlo en un mérito del finado -que tampoco lo es- por puro interés político.

Silencio, silencio y muchos aplausos. España se ha convertido en un pueblo que aplaude. A todos, también a uno mismo. El yo ya no existe, eso es fascismo, el nosotros sí: todos somos nosotros. Y nosotras.

Felipe VI habló de un nuevo mundo, derramó toneladas de elogios sobre los españoles que habían aguantado con entereza un arresto domiciliario que no ha dado los frutos esperados… Claro Majestad, a la fuerza ahorcan, pero no deja usted de repetir como un lorito las tesis de Sánchez.

Peor aun: Sánchez aprovechó el histórico acto para blanquear su gran mentira sobre la cifra real de fallecidos. Ahora, asegura Franganillo, resulta que ya sabemos, después de cuatro meses, que los muertos en residencias podrían ser 19.000. Y así, sumandos a la cifra oficial de muertos -28.400- que no la cree ni La Moños, nos iremos aproximando, cuatro meses después,a las cifras reales de muertos por coronavirus en España, que rondan los 50.000. Porque, oiga, hay que ser miserable para utilizar tan histórico y solemne acto como cuna donde blanquear las cifras de muertos sobre las que llevas mintiendo mucho tiempo.

Las dos voces del Sanchismo, Carlos Franganillo y Ana Blanco, de RTVE, oficiaron el funeral laico con mucho sentido histórico.

No sé si la ceremonia de homenaje a los caídos por el coronavirus ha sido un éxito pero, desde luego, ha constituido una ceremonia vergonzante. Los muertos no se la merecían.

Y twitter ya empieza a recoger publicaciones de los usuarios sobre la ceremonia.