• Presenta, con tres meses de retraso, las cuentas de 2016, con unos números rojos de 5.474 millones.
  • No se recupera del fraude durante siete años y sigue sin solucionar la reestructuración tras la quiebra de Westinghouse.
  • Tendrá que esperar para vender su unidad de chips y al menos un año para salir de pérdidas.
Toshiba ha presentado este jueves los resultados anuales del último ejercicio, cerrado en marzo, con tres meses de retraso y tras recibir visto bueno parcial de sus auditores. No son buenos. Las pérdidas ascienden a 7.474 millones de euros y son una prolongación de la compleja situación que atraviesa desde que estallaron los siete años de fraude en sus cuentas. El gigante tecnológico, que preside Satoshi Tsunakawa (en la imagen), está en la cuerda floja desde diciembre, cuando avisó de la posible depreciación sus activos nucleares comprados en 2015 por su filial americana Westinghouse Ellectric, cuya quiebra le llevó a emprender una reestructuración a fondo, que tampoco ha solucionado. Entre otras cosas, porque no logra vender su unidad de chips de memoria, la única deseable y que puede salvar a Toshiba del declive. Es lo que negocia actualmente con un grupo nipón. En el entretanto, las cuentas anuales muestran un patrimonio neto negativo de 4.277 millones de euros y un recorte del 5,5% en las ventas (37.693 millones de euros). ¿Cuándo acabará su crisis? No antes de dos ejercicios más, en el de 2018, cuando prevé ganar unos 1.700 millones. La situación Toshiba constata también el fracaso de japonés de grandes empresas privadas frente al modelo francés de multinacionales públicas. Son dos fórmulas que nacen después de la II Guerra Mundial, con desiguales resultados: Japón apostó por proteger a sus compañías con financiación ilimitada a tipos muy bajos, mientras Francia (con De Gaulle) prometió protección del Estado y energía barata, a cambio de buenos salarios. Rafael Esparza