Pullmantur Cruceros ha solicitado el concurso de acreedores, otra mala noticia tras anunciar la extensión de las cancelaciones hasta el 15 de noviembre que demuestra la crisis que atraviesa el turismo por el coronavirus. Pero en este caso hay algo más detrás: se trata de la última víctima del alemán Martin Gruschka, el gran destrozador de empresas.

El fundador del fondo de inversión suizo Springwater Capital tiene en su historial las quiebras de distintas compañías: Unipapel, la cadena de tiendas de electrodomésticos Miró o Imtech, entre otras. Hace poco más de cuatro años, en mayo de 2016, Springwater decidió comprar el 51% de la naviera y de Croisières de France (CDF) a la compañía noruego-estadounidense Royal Caribbean Group (RCL), creando una joint venture que controlaría como Cruises Investment Holding. Al hilo de esto, conviene recordar que RCL había adquirido Pullmantur a Grupo Marsans en 2006 por 700 millones de euros (430 millones más 270 millones de la financiación de cuatro barcos que estaba pagando).

La naviera ha suspendido cruceros hasta el 15 de noviembre y explica que “los vientos de cara causados por la pandemia han sido demasiados fuertes para afrontar esta situación sin reorganización”

En un principio, Springwater se hizo con el 51% de Pullmantur para poner en marcha un plan de reestructuración de dos años, pero conociendo el modus operandi de los fondos buitre en general y de Gruschka en particular, se temía lo peor. Ahora se confirman las sospechas: Pullmantur ha pedido el concurso de acreedores, porque “a pesar de los esfuerzos realizados en 2019 para conseguir un incremento del negocio, gracias en gran medida a la implicación de los trabajadores, los vientos de cara causados por la pandemia han sido demasiados fuertes para que Pullmantur pueda afrontar esta situación sin una reorganización”, según se explica en un comunicado. Y ojo, porque la compañía emplea a 4.500 personas. 

Y todo esto sucede después de que el año pasado, la naviera tuviera el mejor de los últimos 15 ejercicios en ingresos (360 millones de euros, un 5% más), porque en beneficio la cosa no iba bien desde hace años. Además, RCL ha tenido unas pérdidas netas de 1.235 millones en el primer trimestre de este año, cinco veces más que el anterior (unos 220 millones).