Pedro Sánchez, Pablo Echenique, Íñigo Errejón opinan sobre la última encíclica del Papa: ¿se la habrán leído?
El papa Francisco cerró el día 12 de marzo las iglesias de Roma e inmediatamente las ordenó abrir. Pero el mal, probablemente, ya estaba hecho, No me refiero al mal del Papa sino el mal del babosillo primer ministro italiano, Giuseppe Conte, quien cargándose la libertad de culto prohibió por decretos las misas en Italia. Ahora bien, culpables son también los obispos italianos porque en lugar de plantarle cara (necesitamos que algún obispo entre en prisión), suspendieron las misas públicas… como han hecho en España los obispos españoles.
Al menos, en Italia hay políticos que se atreven a reclamar el derecho de los católicos a la libertad de culto. Aquí, en España, ni eso.
Pero lo más importante. Francisco vive secuestrado en el Vaticano, por esa fuerza demoníaca a la que sirven algunos altos eclesiásticos, empeñados en convertirle en el Papa progre, silenciando sus aciertos y manipulando su mensaje… y por otro vector no menos tiránico: lo políticamente correcto… en la curia y en la sociedad.
Políticamente correcto es, por ejemplo, empeñarse en convertir a la Iglesia en una ONG. Políticamente correcto es, por ejemplo, la misa virtual.
En el siglo XXI, el Maligno no pretende destruir a la Iglesia: lo que pretende es conquistarla. La misa digital es un buen instrumento para ello
Y entonces es cuando el mismo pontífice que ha cerrado el Vaticano y las iglesias de su diócesis romana, para luego abrirlas, una vez aherrojado por el Gobierno de Roma, asegura que la misa virtual, esa que nos están vendiendo muy píos católicos desde mediados de marzo, no vale una higa y no es propio de la Iglesia. La transustanciación es una transformación de la materia, por lo que el sacrificio y el banquete tienen que ser reales y presenciales, no virtuales y digitales. Una eucaristía sin fieles, donde los fieles no comulgan es memorial de la Cruz pero no es banquete. Lo mismo con las hoy famosas, tras dos meses de coronavirus, comuniones espirituales: por muy espiritual que sea, palidece ante la ingesta del mismísimo Dios.
No lo digo yo, lo dice el Papa. Francisco cuando no le filtran sus mensajes, cuando puede dirigirse directamente a los fieles, dice cosas estupendas.
Así que ya está bien, señores obispos: si continúan apostando ustedes por la misa virtual es porque les de la realísima gana desobedecer al Papa.
En cualquier caso, la eucaristía digital tiene dos peligros: el uno es que nos aproxima a una Iglesia protestante, que eso es, precisamente, por lo que apuesta, en primera etapa, la masonería global. Lo segundo, aún peor, es que la misa virtual nos aproxime a una Iglesia gnóstica, con la peculiaridad de la gnosis del siglo XXI: gnosis panteísta y ecologista.
La Iglesia no es una ONG y la vacuna contra el coronavirus es la Eucaristía
Y ya saben, la gnosis, la sabiduría ancestral, siempre es tan espiritual como cursi, tan sublime como desesperante.
La gnosis casa muy bien con el coronavirus, que suprime todo gesto de afecto físico entre las personas, algo demasiado material y prosaico para el gnóstico. La gnosis y el panteísmo, hoy panteísmo ecologista, elevan, o eso dicen, al hombre a la categoría de espíritu puro… y acaban por convertirle en un espíritu infernal y pelmazo, ligeramente inmundo y escasamente puro.
Volvamos a la misa normal, a la transustanciación e ingesta del Cuerpo de Cristo. Es una cuestión tan importante como urgente porque el Enemigo tiene algo claro: para destruir a la Iglesia -algo que nunca conseguirá- antes debe profanar la Eucaristía.
Y también era el coronavirus la ocasión de que la Iglesia hubiera dicho basta ante los excesos, cada vez más demoníacos, del poder civil, que ya perpetrara algo mucho más terrible que matar católicos -la sangre de los mártires siempre es semilla de cristianos-. Porque la táctica actual del enemigo no consiste en destruir a la Iglesia, pretende conquistarla. Esto es mucho más demoníaco. En cualquier caso: la primera etapa de la conquista es cargarse la Eucaristía.
La masonería global apuesta por una Iglesia protestante, Satán por una Iglesia gnóstica. Son dos etapas de una misma, y peligrosa, imbecilidad
Quedémonos con lo bueno: el papa Francisco, cuyo éxito con su misa digital en Santa Marta es increíble, asegura que la misa virtual no sirve, no es lo propio de la Iglesia. ¿Ha quedado claro? Porque su afirmación parece estar soterrada y manipulada. Como siempre que sus palabras no gustan a su pretendido público.
Resumiendo: la misa virtual no nos sirve: nos lleva al protestantismo o, peor, al gnosticismo.
Otra de las consecuencias negativas del coronavirus es que la Iglesia no es una ONG y la vacuna contra el coronavirus es la Eucaristía. Menos repartir alimentos -eso hay otros que lo hacen mejor y tienen más medios- y más repartir la comunión.
Además, en el siglo XXI, el Maligno no pretende destruir a la Iglesia: lo que pretende es conquistarla. La misa digital es un buen instrumento para ello.