- Mucho presumir para nada: el Gobierno pasará a ser el principal accionista (del 4% al 40%).
- Es el precio a pagar por la incertidumbre política: los inversores privados se echan atrás.
- Prepara la compra de 2.000 millones de deuda y, de paso, evitar el susto a 40.000 pequeños ahorradores.
- Eso sí, tendrá que convencer a Bruselas, que excluye que el contribuyente cargue con los rescates.
El banco
Monte dei Paschi di Siena (MSP) es el epicentro de los problemas del sistema financiero italiano, pero su salvador será el Gobierno, una vez más, como ha ocurrido con otros
rescates bancarios en otros países europeos.
El MSP es una bomba de relojería y lo sabe hasta el
BCE (le dio el visto bueno ramplón en los
test de estrés, a cambio de una
ampliación de 5.000 millones hasta final de año), pero las
ayudas públicas -con cargo al contribuyente- necesitan la aprobación de
Bruselas, que no apuesta ya por ellas. La legislación comunitaria establece que sean los accionistas o titulares de deuda los que financien las resoluciones bancarias.
Ese es el dilema en el caso del
MSP, principal problema en el
sistema financiero italiano pero no el único: los
créditos dudosos o fallidos suman 200.000 millones.
Ese el motivo por el que el Gobierno prepara una
inyección de capital público de 2.000 millones de euros en Monte dei Paschi, a pesar de haber dicho por activa y por pasiva que su banca no necesita un rescate como la española, por ejemplo.
La vía será la compra de
deuda emitida por el MSP por esa cuantía a unos 40.000
pequeños accionistas (que no perderían) y convertirla en acciones. La operación convertía al Estado en el principal accionista: pasaría del 4% al 40% y a controlar la entidad.
El detonante ha sido la
victoria del no en el referéndum para la reforma constitucional, que ha provocado la salida de
Matteo Renzi, aunque se haya retrasado la dimisión. La salida de uno ha disparado las dudas sobre el otro.
Morgan Stanley ya apuntó, este lunes, después de conocer el resultado de la consulta, que la
ayuda estatal a la entidad es cada vez más probable.
Queda en el aire
la prometida ampliación de capital, ya que sólo había conseguido hasta ahora unos 1.000 millones, mientras está en cuestión la captación de unos 2.000 millones más que correrían a cargo de
inversiones privados.
¿Qué sucede? Que la
incertidumbre política en el país no juega precisamente a favor. Por ese motivo, el fondo soberano de
Qatar prefiere pensárselo un poquito más y eso que tenía previsto aportar 1.400 millones de euros en la ampliación y esa ampliación, en cualquier caso, será también objeto de negociación. Nada indica que se vaya a cumplir en el plazo previsto.
Rafael Esparza