El juez Ferrín no podrá volver a ejercer como juez.
Hay un antes y un después en la historia judicial española, y en la historia misma de España, con el caso del juez de Murcia, Fernando Ferrín Calamita. La historia es sencilla. Le tocó ser juez de familia y cuando una lesbiana quiso adoptar a la niña pequeña de su pareja lesbiana. Ferrín encargó informes sobre si aquello era lo mejor para la niña. ¿Podía permitirse? Fue acusado por ellas, y por buena parte del poder judicial murciano, luego español, de retraso malicioso en una operación políticamente correcta: la imposición de la ideología de género, en concreto del homosexualismo, a cualquier precio.
Ferrín Calamita fue condenado por atreverse a plantear si una niña debía ser educada por dos lesbianas
La prueba es que, al final, el juzgado, y condenado, fue el juez Fernando Ferrín, inhabilitado por 10 años como magistrado, económicamente arruinado, mediáticamente denigrado y convertido en un paria en el mundo jurídico.
Ahora, diez años después de su condena, y cuando tras su periodo de inhabilitación había pedido su reingreso en el Cuerpo, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), con mayoría conservadora, es decir, pepera, le prohíbe la reincorporación a la magistratura.
La derecha pepera ha sido la que más se ha ensañado con él
En resumen, Fernando Ferrín fue condenado por atreverse a plantear si una niña debía ser educada por dos lesbianas. Ojo, no a prohibirlo sino a plantearlo.
Su caso ha servido de escarmiento contra los jueces cristianos pero también es un ejemplo de coherencia y de fidelidad a sus principios cristianos y a la ley y la sentido común: Ferrín quiso asegurarse lo mejor para la niña.
Ahora puede recurrir, ciertamente, pero al Tribunal Supremo, que preside don Carlos Lesmes, asimismo presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que es quien ha destruido el currículo profesional del magistrado Ferrín.
Su caso ha servido de escarmiento progre contra los jueces cristianos pero también es un ejemplo de coherencia
Y no se confundan: a Ferrín le ha arruinado la vida la ideología de genero, pero concretada en la derecha pepera, no en la izquierda, porque es esa derecha la que más se ha ensañado con él.
Mi admiración por un juez justo… y valiente.