Siguiendo el manual del buen marxista, Pablo Iglesias se echa tierra encima tras la debacle gallega de Podemos. Y lo hace, para evitar lo que más teme, que un tercero le salpique con una mota de polvo. El líder de la formación morada y vicepresidente del Gobierno sabe que cuanto mayor sea la autocrítica, menor es el espacio para la crítica ajena, que es la que le duele. 

Los españoles han vísto así la caída de Podemos en Galicia:

Autocrítica
Salir de Galicia
Gente vigilando
Calviño Iglesias