• Aguas de Barcelona estaba interesada en la filial de aguas de agua de FCC, la joya de la corona.
  • Malestar en el equipo directivo de Aqualia, que queda apalancada al ser la garantía de la emisión de 1.350 millones.
  • Pero Carlos Slim no está dispuesto a poner más dinero para refinanciar la deuda corporativa de FCC.
El grupo FCC ha informado este jueves que fijado el precio de la emisión de bonos por 1.350 millones de euros, cuyo cierre y desembolso se realizará en los próximos días, un paso más en el proceso del proceso de refinanciación del grupo, con su joya de la corona, la filial de agua Aqualia, como garantía. La operación tiene dos ángulos: los tipos en sí (con un coste financiero razonables) y el significado, que prueba, a su vez, dos realidades. La primera, que el principal accionista, Carlos Slim, no está dispuesto a poner más dinero en el grupo, como ya explicamos. Su aportación, a través de Inmobiliaria Carso, queda en los 1.150 millones invertidos desde 2014. La segunda realidad es el malestar que la operación ha provocado en el equipo directivo de Aqualia, al dejar apalancada la filial más fiable por cifra de negocio y previsiones del grupo. Y ese contexto se une otro: el cortocircuito a cualquier posibilidad de venta de Aqualia, opción por la que se había interesado Agbar, aunque no se llegó a negociación alguna. Si la filial es garantía, cualquier tentación se disipa: la deuda es un hándicap. Los tipos de interés de los bonos varían según los tramos. Por un lado, la emisión de 700 millones, que vence en 2020, con una remuneración anual del 1,413%. Por otro, la de 650 millones, que vence en 2017, a un interés anual del 2,629%. El imperativo de fondo no ha cambiado: se trata de arreglar el problema de refinanciación de la deuda corporativa -tras el acuerdo en marzo con los bancos-, en la que juega el grupo en su conjunto, no las partes. El grupo manda y las filiales obedecen; o sea, lo importante es el grupo (el todo), aunque los problemas los tenga FCC. Rafael Esparza