Liberbank deberá caminar en solitario, de momento. Tras la ruptura de las negociaciones con Unicaja el pasado 14 de mayo, y el paso atrás de Abanca, a la entidad  que dirige Manuel Menéndez no le queda otra opción que seguir en solitario. Ninguno de los grandes bancos está interesado actualmente en adquirir la entidad asturiana y el asunto se ha convertido en un problema para el Banco de España.

El principal escollo de Liberbank es el retraso que presenta en las provisiones por los activos inmobiliarios. Y es que, para poder aumentar las provisiones, primero es necesario generar beneficio orgánico, esto es, de manera recurrente. Ese es, precisamente, uno de los puntos débiles de la entidad, que cerró el primer trimestre con unas cuentas tibias y con peor solvencia que Unicaja, con la que estaba negociando en ese momento.

Relacionado

La retirada de Abanca ha sido un golpe duro. Después de irrumpir en plenas conversaciones Liberbank-Unicaja, la entidad de Juan Carlos Escotet ha desmentido que continúe contemplando la posibilidad de fusionarse, a pesar de que los rumores sobre su hipotético interés habían disparado la cotización de Liberbank, que pasó de los 0,38 a los 0,42 euros en apenas 17 días. Este viernes, con las bolsas europeas en rojo por el anuncio de EEUU de aumentar los aranceles a México, Liberbank cae cerca de un 3% mientras el Ibex lo hace un 1,6%.

Oiga, ¿y qué puede suceder si la situación de complica? No es lo deseable, desde luego, pero si el problema no mejora, el Banco de España podría instar a la gran banca a hacerse cargo del mochuelo. Lo que está claro es que, a estas alturas, España no se puede permitir la caída de otro banco. ¿Comprenden?