A la vista del nuevo decreto, el paciente que en su día pidiera la eutanasia, si se arrepiente, verá cómo le dan muerte, en contra de su voluntad: eso sí, es que ya dijo en su día que quería morir...
La pendiente resbaladiza que se produce en aquellos países en los que se ha ido aprobando la eutanasia y el suicidio asistido muestra la verdadera cara del cambio social que provoca la legalización de leyes de este tipo, informa Religión en Libertad.
Es lo que ha ocurrido en Canadá, donde las residencias de ancianos que no ofertan la eutanasia o el suicidio asistido pueden acabar desapareciendo debido a las sanciones de las administraciones públicas.
El Institut Européen de Bioéthique recoge el caso de la residencia Irene Thomas, situada en la Columbia Británica y que abrió sus puertas en 2010 para cuidar a personas mayores durante sus últimos años de vida. Hoy en día este centro corre el riesgo de perder los 750.000 euros de ayudas anuales que recibe para llevar a cabo su labor porque no ofrece a los residentes la posibilidad de la eutanasia o el suicidio asistido desde la residencia, explica Religión en Libertad.
Esta sanción administrativa que les retiraría esta subvención obligaría a la residencia a cerrar. Precisamente, se encuentra situada a escasos metros de la uno de los hospitales más grandes de la zona donde sí se practican eutanasias, añade este medio.
La residencia de ancianos se reafirmó el pasado mes de noviembre en que “tomar medidas para terminar con la vida del paciente” es contrario a la filosofía del centro, motivo por el cual no quieren ofrecer la eutanasia y el suicidio asistido
La residencia de ancianos se reafirmó el pasado mes de noviembre en que “tomar medidas para terminar con la vida del paciente” es contrario a la filosofía del centro, motivo por el cual no quieren ofrecer la eutanasia y el suicidio asistido. Aquellos residentes que desean morir y toman esta decisión son transferidos a otros centros, añade Religión en Libertad.
Sin embargo, esto no es suficiente para los organismos públicos. Ante esta situación, Angelina Ireland, presidenta de la residencia de ancianos, ha insistido en que “nuestro objetivo es cumplir nuestra misión, es decir, ayudar a los pacientes y a sus seres queridos a vivir con calma, comodidad y la mayor plenitud posible los últimos días de sus vidas”, recoge el mismo medio.
La parlamentaria conservadora, Tamara Jansen, ha querido involucrarse en este caso preocupada por la libertad de conciencia de los profesionales y centros afirmando sentirse “muy decepcionada de que el Gobierno amenace con cerrar el Hogar Irene Thomas a menos que el equipo médico esté listo para traicionar sus profundas convicciones personales al aceptar poner fin a la vida de los pacientes”, concluye Religión en Libertad.
Como se sabe, el gobierno de España tiene prisa en legalizar la eutanasia en España. Ya lo intentó Pedro Sánchez en la pasada legislatura y el nuevo ministro de Salud del nuevo Ejecutivo ya ha asegurado públicamente que esta será una de las prioridades para esta legislatura, recuerda Religión en Libertad.
Al igual que ocurrió con el aborto, se pasa de voluntario a obligatorio para los profesionales de la salud, impidiéndoles la objeción de conciencia. Y como explica Religión en Libertad, aprobar la eutanasia supone entrar en una pendiente resbaladiza cuyo último paso es acabar haciéndola obligatoria en las residencias de ancianos, como ha explicado esta noticia.
¿Es lo que quiere Pedro Sánchez para España?
En cualquier caso, la nueva aberración canadiense hay que contemplarla como un nuevo ataque al derecho a la objección de conciencia. Y sin este derecho no puede hablarse de régimen de libertades. El principal objetivo acutal del Nuevo Orden Mundial (NOM) consiste en suprimir la objeción de conciencia. De esta forma, suprimen la libertad de conciencia. Es decir, suprimen la conciencia. Nada le gusta más a un dirigente político que gobernar sobre borregos: nunca se rebelan.