- El caso de la energética empieza a parecerse a Pescanova, pero con una diferencia, a peor: no se sabe cuánto debe, cómo lo debe y a quién se lo debe.
- Y hay otro matiz, al margen de la naturaleza del negocio: la distancia en transparencia que separa a Fernández de Sousa de los Benjumea.
- Todo cambia de nuevo: la banca piensa que Abengoa acabará en concurso de creedores.
- Y otro cambio importante: la capitalización de deuda estaba descartada, pero ahora ya no se permiten rechazar esa hipótesis.
- Otra novedad: las entidades han aceptado que tendrán que provisionar el 100% del crédito vivo.
- ¿La razón? Han aceptado que sólo podrán saber el volumen real de la deuda de Abengoa en el momento que llegue el concurso.
- Aunque KPMG se ha comprometido a dar una respuesta, a finales de enero.
¿Cuántas
trampas esconde
Abengoa en sus cuentas, en las derivadas de su deuda, en su complejo entramado societario? Esa es la pregunta del millón para los
bancos acreedores enfangados en el grupo andaluz, que se juegan muchos más millones que el de la
muletilla. Un culebrón demasiado incierto, para que me entiendan, con un guión a base de sobresaltos y con una pinta cada vez peor.
Y es que las noticias, siempre malas, se agolpan sobre la mesa de los negociadores bancarios, que esperan un plan de vialidad de
Abengoa (venta de activos), por un lado, y un informe de
KPMG de la deuda real del grupo, por otro, que tampoco se termina de concretar por las dificultades que están encontrando. La consultora promete que tendrá ese
mapa a finales de enero.
El último susto con el que se ha encontrado la banca -fue en la reunión de la tarde de ayer jueves, 8- ha sido el
crédito sindicado de 100 millones a Iniciativa de Bienes e Inmuebles (Ibisa), una de patrimoniales de los Benjumea que depende de
Inversión Corporativa (IC). Ésta comunicó en diciembre que no podía amortizar los cinco millones que debía abonar por intereses. Y al final, a la banca no le ha quedado otra que ejecutar una parte de las acciones, que es, para que me entiendan, lo más parecido a una capitalización de deuda, que es justo lo que la banca quería evitar.
La peculiaridad de ese crédito, como informa este viernes
Expansión, es que depende de su ejecución que la familia Benjumea (
en la imagen, Felipe) pierda control del grupo, ya que reduciría la participación en IC, a través de la que
maniobran en Abengoa, del 57,4% al 40%. Y con ese problema ha tenido que capear.
Al final la banca ha optado por ejecutar las
acciones B (que no tienen derecho de voto, pero sí económicos), equivalentes a 83,7 millones, para que los Benjumea mantengan las A (con derechos políticos), que suman 16,8 millones, y sigan manteniendo el control.
Pero ¿qué teme en realidad la banca? Encontrarse con mucho más créditos como el de Ibisa. Y es ahí donde radica la gran diferencia con
Pescanova, en la que los bancos optaron por capitalizar deuda y esperar después a que saliera del concurso de acreedores.
Dicho de otro modo:
Pescanova seguía funcionando (vendía pescado) y lo más importante: los bancos sabían el monto de la deuda. Conocían el terreno que pisaban y el riesgo que asumían.
Ningún parecido con Abengoa, una red societaria complejísima en la que parece una hazaña saber cuánto debe, cómo lo debe y a quién se lo debe. Y eso, claro, hace temblar a los bancos.
La
hora de ruta marcada hasta ahora por bancos acreedores con Abengoa, por tanto, también cambia. La idea que barajaban hasta ahora ya se lo hemos explicado: presentar al juez el mismo día, el 28 de marzo -el siguiente en que vence el preconcurso de acreedores- los documentos del concurso de acreedores y convenios de acreedores. Es decir, el principio y el final del proceso de una atacada.
Abengoa sobrevivía, pero muy jibarizada, como ya les contamos.
Todo eso es lo que está en cuestión de nuevo. Algunos de los bancos dudan ya que pueda haber concurso y convenio en un mismo día. La razón es clara: no se fían un pelo de los Benjumea y por eso han roto con ellos. Nada que ver, en este punto también, con el entonces presidente de Pescanova,
Manuel Fernández de Sousa. De él sí se fiaban.
En otras palabras, todo vuelve a empezar de algún modo, al menos desde las posturas negociadoras.
Cosas que cambian. Las entidades han aceptado no sólo que tendrán que capitalizar la deuda, entre susto y susto -esa opción estaba descartada para evitar la liquidación-, sino que tendrán que provisionar el 100% del crédito, el supuesto contemplado en el concurso de acreedores. Hasta ahora, habían provisionado un 25%, pero no contemplaban llegar al 100%.
Y es que el principal problema, insisto, lo tienen en conocer el volumen real de la deuda de Abengoa. Y eso, creen, sólo se podrá saber con certeza cuando la empresa esté en concurso de acreedores. Ni la consultora contratada, KPMG, ha sabido establecer lo que las distintas sociedades de Abengoa deben. Ha dicho a la banca que entregará un informe completo a finales de este mes.
Con todo y a la espera de ese informe, la banca está que brama.
En el entretanto, este viernes tocaba reunión con los sindicatos. La dirección ha prometido lo que no puede prometer: que se pagarán los salarios de enero. Como
ya ha informado Hispanidad, el crédito concedido por los bancos a Abengoa fue de 113 millones de euros pero eso
no da pagar las nóminas de enero. Habrá que pedir más dinero a los bancos y entonces...
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com